Sexo y felicidad: depende del vecino


¿Qué hace mi vecino? ¿Lo hace más veces que yo?

Tim Wadsworth, profesor asociado de Sociología de la Universidad de Colorado, publicó en febrero un artículo en la revista Social Indicators Research, que se titulaba: Sex and the Pursuit of Happiness: How Other People’s Sex Lives are Related to Our Sense of Well-Being, que traduzco como El sexo y la búsqueda de la felicidad: Cómo la vida sexual de los demás está relacionado con nuestra propia sensación de bienestar.

Uno lee el artículo y no sabe si está leyendo la vida de Pero Grullo o algo muy interesante, aunque no se descarta que la vida de Pero Grullo sea muy interesante.

En los EE.UU. se realiza una encuesta sobre la satisfacción que nos produce seguir vivos, donde se pregunta a mucha gente que responda a varias preguntas y acaben diciendo si son muy felices, felices o han pasado por mejores días. Se le llama General Social Survey y se publica desde 1972. Desde 1989, incluye la pregunta: ¿Cuántas veces hace usted el amor por semana? Hacer el amor es practicar el sexo, que es copular con alguien, no vayamos a confundirnos.

Wadsworth ha analizado los datos de 15.386 encuestas personales realizadas entre 1993 y 2006. Ha concluido la siguiente perogrullada: Las personas que han follado (perdón) dos o tres veces al mes durante el último año son un 33% más felices que las que no se han comido un rosco en los últimos doce meses; la cifra es de un 44% si usted emplea el sexo una vez por semana y sube al 55% si son dos o tres veces por semana las que pasa a alguien por la piedra. Más se folla, más feliz se es, concluye Wadsworth, y perdonen la manera de decir.

Pues ¡qué descubrimiento! ¡Eso ya lo sabía yo! exclamará más de uno.

Pero Wadsworth va más allá. Porque investigando, investigando, ha descubierto que la sensación de felicidad sube al menos un 14% si descubrimos que follamos más que el vecino. Si vemos que nuestros amigos follan menos o con menos frecuencia, crece nuestra felicidad, concluye el sociólogo.

Ahora bien, eso no ocurre a menudo. Que cada vez se hable más de sexo con los amigos o en televisión, que se publiquen los datos de encuestas sobre usos y costumbres sexuales o que nuestra pareja relate sus aventuras hasta la fecha nos puede poner en el brete de descubrir que los demás follan más que yo (incluso mejor). De ahí a la envidia, un paso, y la envidia produce tristeza. ¡Soy menos que los demás! Ya puedo esforzarme, que siempre habrá alguien que lo haga más veces que yo. Wadsworth cuantifica esta infelicidad. Que el vecino nos pase la mano por la cara nos cuesta ser un 20% menos felices.

Ahora cabe preguntarse si ésta es la causa que está detrás de que todo el mundo mienta cuando le preguntan la frecuencia del coito en su vida sexual. ¿Para joder al vecino o para darse ánimos?

No hay comentarios:

Publicar un comentario