Los bailes de chirimía



Ellos y ellas con el uniforme de baile tradicional.
Pastorcillos, arriba, y gitanas, abajo.
Están esperando fuera de la iglesia a que el señor rector acabe de una maldita vez con el sermón de la Fiesta Mayor, el sermón más irremisiblemente largo de todo el año. El autor sospecha que el pregonero de la Fiesta Mayor y el señor rector compiten por ver quién es capaz de hablar más tiempo seguido en su respectivo discurso cuando llega la Fiesta Mayor.

Los bailes de chirimía son los bailes que no gastan pólvoras. Suelen ir acompañados por chirimías, que aquí llaman gralles, un cacharro que hace un ruido espantoso, tambores y en algún caso las chirimías son sustituidas por gaitas, que, afortunadamente, no son tan potentes como las cornamusas escocesas o las gaitas gallegas y suenan más bajito que las chirimías (lo que tampoco resulta tan difícil).

Uno de los bailes de chirimías, delante de la casa de Bartolo.

Bailes de chirimías los hay con gigantes y cabezudos, muy celebrados. Este año corría una polémica sobre el orden en que deben desfilar los gigantes. No sé quién (no pregunté) elevó a las autoridades la siguiente afirmación: que en el baile de los gigantes desfile delante el gigante y detrás la giganta es machismo. Se montó la previsible reacción a favor o en contra de que eso fuera machismo o de que se invirtiera el orden del desfile. Los bailarines de los gigantes son todos varones, excepto los Cubanitos, que son movidos por bailarinas. 



Arriba, los gigantes de toda la vida, ella y él.
Los bailarines, todos varones.
Abajo, los Cubanitos, movidos exclusivamente por bailarinas.

Sea como sea, los gigantes de toda la vida llegaron a desfilar unos metros con la giganta delante, pero apenas unos metros. Se regresó muy rápidamente al orden tradicional heteropatriarcal etcétera. Los gigantes Moros y los Cubanitos ni se plantearon saltarse el orden por polémicas de género. Éstas, en Fiesta Mayor, con la juerga que lleva el público encima, mejor no tocarlas.


Evolución de los bailarines en el baile de bastones.
El bailarín le da a uno, al otro y al otro y corre, corre, para cambiar de pareja y volver a dar bastonazos. Así van haciendo, perseguidos por las chirimías.

Reproduciendo la Pasión de Cristo.
Un baile exclusivamente varonil, la moixiganga.

Eso me lleva a señalar que existen bailes masculinos y bailes femeninos, pero tengo que hacer algunas puntualizaciones. El baile de bastones, por ejemplo, era propiamente masculino, pero ahora hay un grupo de bailarinas que lo ejecuta. Los pastorcillos sigue siendo masculino, pero otros bailes son femeninos casi exclusivamente, como las gitanas o las pastorcillas (aunque en alguno interviene un varón, que hace las veces de jefe del harén). Por lo general, los bailes folclóricos tradicionales se llevan muy mal con el discurso igualitario de género, tan mal como la chirimía con un oído amante de la música.

Pero son bailes muy populares. El de bastones, por ejemplo... ¡llega a sonar en las discotecas! ¡Chirimías, en una discoteca! Tierra, trágame. Es que no soy indígena, sino turista de toda la vida, y eso marca la diferencia.

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