Temporeros, racismo y epidemias


Fotografía publicada en el sitio web de la cadena SER.

Una vez más, asoma la polémica sobre el empleo de temporeros en la recogida de la fruta en Lérida. El asunto se las trae por muchas razones. Son ya muchos los años en los que se lleva denunciando el trato inhumano que se ofrece a estas personas en su trabajo, sus miserables condiciones de vida y la poca atención que recibe su salud. Son ya muchos los años en los que todo esto se mezcla con evidentes muestras de racismo. A veces son explícitas; muchas veces, las más frecuentes, soterradas. 

Este año, además, se suman dos factores que han provocado, y van a provocar (si no, ya verán), más problemas. Uno es, en efecto, el de la epidemia de covid-19. Los temporeros, hacinados, durmiendo en la calle, sin las más mínimas condiciones higiénicas, son víctimas y vectores de transmisión del virus. Sólo faltaba esto para sumar excusas al rechazo, al racismo. Esta año, si cabe, el aislamiento de los temporeros ha sido más feroz todavía. Tendríamos que recordar, una vez más, que los temporeros son víctimas de la epidemia. Quien podrían limitar su extensión no ha hecho nada.

Keita Baldé, futbolista del Mónaco, puso en evidencia a todas las autoridades, pero también a los empresarios y a muchas personas de Lérida, cuando pagó de su propio bolsillo el alquiler de un edificio para que un numeroso grupo de temporeros pudieran tener un techo. ¿La razón? Los hoteleros de la ciudad se habían negado a darles cobijo, aunque el futbolista (que no las autoridades) corría con los gastos. ¡Bravo por Keita! Así se jodan quienes se negaron.

Esto me lleva al segundo factor agravante. Ni las consejerías de Salud o Asuntos Sociales, ni la de Agricultura, ni ninguna otra, han tomado medidas para afrontar este problema durante años y años. Se ha enquistado y podrido, porque han dejado que así sea, prefiriendo adornar su inacción con banderitas y reivindicaciones patrias a tener que actuar fastidiando al racismo de quienes pagan comisión al partido. Es así. Pero este año, con epidemia de por medio... no han hecho nada. Peor todavía, su inacción, su caótico desorden, su perplejidad ante la realidad, su ineptitud... Todo, en su conjunto, no ha hecho más que provocar un repunte de las infecciones en la epidemia, que se les ha vuelto a escapar de las manos, si alguna vez estuvo controlada.

Ahora surgen voces echando las pelotas fuera. Que si España esto o España lo otro... Pues, no. Ha sido el gobierno con sede en Barcelona el máximo responsable del descontrol en Lérida, y a quien deberían pedirse explicaciones. Pero ya saben cómo son esas cosas. Si algo sale bien, es porque somos muy buenos y lo hemos hecho nosotros; si no sale bien, es porque es culpa de los demás. Así no hacemos más que caer en un pozo del que nos costará muchísimo salir. 

El comportamiento de las autoridades en este asunto, de todas en general y de muchas en particular, ha sido simplemente miserable.

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