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La apoteosis de la gallina

La gente es muy puñetera, especialmente los que procuran por el bien de la tradición y las costumbres, los que desprecian la novedad, lo que viene de fuera, lo que no es de aquí, y no tienen reparo en largar contra lo que se tercie. La gallina no iba a ser menos, y digo gallina con toda la mala idea.

En el pueblo había una bèstia foguera, el drac (el dragón). Llevaba allí desde los años veinte, poco más o menos, y a santo de qué iba nadie a poner otra bèstia en los bailes, se quejaron los de siempre. La nueva oficialmente era una águila, aunque lo más correcto sería decir que era una especie de grifo. Águila o grifo, se ganó el sobrenombre de gallina y los de siempre se reían de ese bicho con pretensiones de bèstia foguera. Mira, por allá viene la gallina, decían.



El tiempo ha demostrado que el grifo es tan mala bestia como el dragón y ya nadie tiene las narices de burlarse de la gallina. Gasta unas pólvoras que para qué te voy a contar. Mira, por allá viene el águila, dicen ahora.

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