Otro libro de la magnífica colección de Libros del Asteroide, Me voy con vosotros para siempre, de Fred Chappell, traducida por Eduardo Jordá.
En Europa nos gusta mirar por encima del hombro. No creemos que los norteamericanos sean capaces de escribir nada que no sea un best-seller. Creemos que la cultura y la excelencia literaria son nuestro monopolio, pero cuentan los estadísticos que se lee más en los Estados Unidos que en Europa. Aún así, afirmamos que los americanos son horteras, argumento de altísima enjundia y venenosa réplica. Luego insistimos: un norteamericano medio de Nebraska no sabe dónde está España, si al sur del Río Grande o detrás de Honduras. Ah, feliz argumento. Por cierto, ¿por dónde cae Nebraska? ¿Sabrían señalar en el mapa Honduras o el Río Grande? Si fuera un bachiller español, ¿sabría leer el mapa? Al cuento: nos gusta considerarnos más cultos que el norteamericano medio, pero esa consideración se va al carajo viendo qué pasan por televisión hoy mismo y leyendo la obra de Chappell, por ejemplo, tan típicamente norteamericana, y universal.
Reconozco que no sabía nada de Chappell hasta que leí Me voy con vosotros para siempre (I Am One of You Forever, en el original). Ésta es la novela más famosa de Chappell, un personaje ilustre y muy respetado, poeta, profesor universitario, maestro de escritores. La obra recrea una infancia perdida en primera persona, en la granja de una familia un tanto peculiar, durante los primeros años cuarenta. Chappell no narra una historia, sino diez episodios que comparten escenario y protagonistas, los detalles de un cuadro magnífico, donde predomina el humor y un espíritu amable. Reímos, sí, pero también añoramos, y no diré el qué, porque perdería la gracia todo el asunto. La añoranza es hija de la tragedia, vecina de la resignación, qué le vamos a hacer, y por ahí anda, a veces invisible. Será llegar al punto final y contemplar el cuadro que hemos examinado tan de cerca, y aplaudir. Porque esa mezcla de tragedia y comedia, esa perfecta ligazón entre la poesía y el costumbrismo, entre lo maravilloso y lo cotidiano, hacen de Me voy con vosotros para siempre un libro que agradezco haber leído.
Sin pensarlo dos veces, diremos que se mueve en el escenario, tan americano, de una infancia feliz y campestre. Es decir, nos recuerda Las aventuras de Tom Sawyer, donde se describe una infancia idílica, aunque recordaré que Tom Sawyer convive con la tragedia y el horror. Las aventuras de Jess, el protagonista de Me voy con vosotros para siempre, también se mueven en ese mundo. Si pensamos un poco, descubriremos algo más: Chappell introduce novedades: la estructura narrativa, la poesía, el realismo mágico y lo que no he sabido ver.
En Europa nos gusta mirar por encima del hombro. No creemos que los norteamericanos sean capaces de escribir nada que no sea un best-seller. Creemos que la cultura y la excelencia literaria son nuestro monopolio, pero cuentan los estadísticos que se lee más en los Estados Unidos que en Europa. Aún así, afirmamos que los americanos son horteras, argumento de altísima enjundia y venenosa réplica. Luego insistimos: un norteamericano medio de Nebraska no sabe dónde está España, si al sur del Río Grande o detrás de Honduras. Ah, feliz argumento. Por cierto, ¿por dónde cae Nebraska? ¿Sabrían señalar en el mapa Honduras o el Río Grande? Si fuera un bachiller español, ¿sabría leer el mapa? Al cuento: nos gusta considerarnos más cultos que el norteamericano medio, pero esa consideración se va al carajo viendo qué pasan por televisión hoy mismo y leyendo la obra de Chappell, por ejemplo, tan típicamente norteamericana, y universal.
Reconozco que no sabía nada de Chappell hasta que leí Me voy con vosotros para siempre (I Am One of You Forever, en el original). Ésta es la novela más famosa de Chappell, un personaje ilustre y muy respetado, poeta, profesor universitario, maestro de escritores. La obra recrea una infancia perdida en primera persona, en la granja de una familia un tanto peculiar, durante los primeros años cuarenta. Chappell no narra una historia, sino diez episodios que comparten escenario y protagonistas, los detalles de un cuadro magnífico, donde predomina el humor y un espíritu amable. Reímos, sí, pero también añoramos, y no diré el qué, porque perdería la gracia todo el asunto. La añoranza es hija de la tragedia, vecina de la resignación, qué le vamos a hacer, y por ahí anda, a veces invisible. Será llegar al punto final y contemplar el cuadro que hemos examinado tan de cerca, y aplaudir. Porque esa mezcla de tragedia y comedia, esa perfecta ligazón entre la poesía y el costumbrismo, entre lo maravilloso y lo cotidiano, hacen de Me voy con vosotros para siempre un libro que agradezco haber leído.
Sin pensarlo dos veces, diremos que se mueve en el escenario, tan americano, de una infancia feliz y campestre. Es decir, nos recuerda Las aventuras de Tom Sawyer, donde se describe una infancia idílica, aunque recordaré que Tom Sawyer convive con la tragedia y el horror. Las aventuras de Jess, el protagonista de Me voy con vosotros para siempre, también se mueven en ese mundo. Si pensamos un poco, descubriremos algo más: Chappell introduce novedades: la estructura narrativa, la poesía, el realismo mágico y lo que no he sabido ver.
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