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Un médico rural y otros relatos pequeños


Editorial Impedimenta publica una colección de títulos muy interesantes y bien editados, como Un médico rural y otros relatos pequeños, de Franz Kafka, traducido por Pablo Grosschmid. Se reúnen en un solo ejemplar dos libros de relatos de Kafka, Un médico rural (Ein Landzart, 1920) y Percepciones (Betrachtung, 1912). La biografía de Kafka nos dice que recibieron muy buenas críticas, pero que no los compró nadie.

Es una colección de relatos brevísimos; algunos de ellos no van más allá de un párrafo y sólo tres o cuatro se extienden varias páginas. Son... ¿kafkianos? Es decir, son absurdos, a veces cómicos, las más de las veces inquietantes, oníricos, desconcertantes, llenos de angustia, pero, así y todo, la mayoría bellos. Un sesudo crítico literario desmenuzaría cada sílaba de cualquiera de estos relatos buscando significados ocultos, se regodearía en este esoterismo y se convertiría él mismo en otro personaje kafkiano. No, no, hay que dejarse llevar y si no se entiende, qué le vamos a hacer, pues no se entiende y santas pascuas. Mientras tanto, habremos bailado al son de una letra misteriosa.

Añado, a título personal, que este libro ha conseguido lo que parecía imposible: he hecho las paces con Kafka. Hubo un tiempo en el que leí El proceso y me gustó. Luego leí más cosas. Fueron amistades de juventud, intensas y despreocupadas. Años después, no hace mucho, comencé a leer El castillo y todo se torció. Se torció, crujió, se desplomó. Fue algo desagradable. Dejé El castillo por imposible, a medio leer, malhumorado, furioso, qué mierda de libro. Que le den al agrimensor, al castillo y a la madre que lo parió. Pero no podía seguir así con Kafka, pues nos unen muchas cosas, como, por ejemplo, la naturaleza de nuestro trabajo o más exactamente, la percepción de dicha naturaleza. Compré este libro por hacer las paces, y si bien mi ánimo sigue agriándose cada vez que tropiezo con los lomos de El castillo, ya vuelvo a hablarme con Franz Kafka, y eso es mucho. Qué tal en la oficina, Franz. Bah, lo de siempre.

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