L’Homme qui marche (El hombre que camina), un bronce de 1,83 metros de alto del artista suizo Albert Giacometti, se ha vendido en una subasta por la apabullante cantidad de 74,2 millones de euros, céntimo más o menos. En Sotheby’s, la casa de subastas, no acaban de creérselo (o eso dicen, por disimular), puesto que ha batido la marca absoluta del precio pagado en público por una obra de arte. L’Homme qui marche era parte de un proyecto inacabado de Giacometti, pensado para la Chase Manhattan Plaza, de Nueva York. Curiosamente, la escultura pertenecía a otro banco, alemán, el Commerzbank. El comprador es todavía anónimo.
Una vez más, las obras de arte del siglo XX se imponen sobre las demás. Entre las diez obras por las que más se ha pagado últimamente, sólo hay un Rubens; el resto son obras de Picasso, Warhol, Pollock... Entre las obras que quieren batir la marca de Giacometti, que se anuncian en los foros de arte de todo el mundo, se insinúan cifras de cien millones de dólares para obras post-impresionistas, mientras apenas pasan de los treinta millones de dólares las obras anteriores al siglo XIX. Quizá sea una moda, quizá sea que el mercado del arte adquiere los vicios de los mercados financieros y prima lo inmediato frente a los bonos del Tesoro. También pudiera ser que las buenas piezas clásicas ya estén en los museos mientras las obras contemporáneas andan por ahí buscando un hogar, pobrecitas. Quién sabe.
Una vez más, las obras de arte del siglo XX se imponen sobre las demás. Entre las diez obras por las que más se ha pagado últimamente, sólo hay un Rubens; el resto son obras de Picasso, Warhol, Pollock... Entre las obras que quieren batir la marca de Giacometti, que se anuncian en los foros de arte de todo el mundo, se insinúan cifras de cien millones de dólares para obras post-impresionistas, mientras apenas pasan de los treinta millones de dólares las obras anteriores al siglo XIX. Quizá sea una moda, quizá sea que el mercado del arte adquiere los vicios de los mercados financieros y prima lo inmediato frente a los bonos del Tesoro. También pudiera ser que las buenas piezas clásicas ya estén en los museos mientras las obras contemporáneas andan por ahí buscando un hogar, pobrecitas. Quién sabe.
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