El niño se acerca a la lavadora, quietamente. Su cabecita se aproxima a la puerta transparente, ventana de otros mundos donde los calzones, las camisas y alguna toalla se enredan, ahogándose en espuma. ¡Sorpresa! El tambor comienza a rodar y rodar y el niño ríe y ríe, viendo los apuros del calzón por salir con bien de ésta. Así una vez, y otra, y otra, y las risas yendo a más. El televisor no puede competir con este espectáculo, aunque lo intenta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario