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Pronóstico

El meteorólogo anunció a bombo y platillo que Barcelona amanecería nevada, nubosa, encapotada, fría y gris. Hace frío, no diré que no, pero luce un cielo azul clarísimo y la nieve, puf, se esfumó. Se esfumó o no llegó a caer, no sé, no puedo asegurarlo, porque estaba en la cama, soñando con el lunes que se me echaba encima, ajeno a los incidentes atmosféricos. De camino a la oficina, he preguntado por la nieve. ¿Es posible añorar algo que no ha ocurrido? Me temo que sí.

P.S. (horas más tarde). Mi hermano, que vive en Gerona, me ha llamado para chincharme y hacerme rabiar. Gerona ha amanecido con una capa de nieve, espolvoreada de blanco como si se tratase de un gigantesco bizcocho azucarado. Ha dicho que en Olot la capa de nieve era más notable, y que los campos han amanecido silenciosos y sutiles, como siempre que despiertan nevados. En Barcelona, un sol alegre y burlón se ríe de mis anhelos.

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