Hace cosa de un año, arrasó la moda de comprar unos aparatitos portátiles para videojuegos con un programa que retaba a la inteligencia del usuario, el Brain Training. Preguntaba cuántos triángulos ves en esta figura, cuánto suman tales cifras, qué color es éste y zarandajas por el estilo. Después de unas cuantas preguntas, el programa te devolvía una edad cerebral. Así, uno descubría que era más tonto de lo que creía ser, cosa que ocurre (y de la que nos olvidamos) con frecuencia. Pero ¡atención! El programa te ofrecía una serie inacabable de ejercicios para que practicaras y superaras más y más pruebas y una vez superadas, voilà op!, había mejorado tu edad cerebral y podía afirmarse sin duda que eras más listo, más inteligente y hasta más guapo. El programa generaba una espantosa adicción. El aparatito para jugar a ser más listo se vendía por miles.
Hoy publica la prensa que la Unidad del Conocimiento y Ciencias del Cerebro de la Universidad de Cambridge ha realizado un experimento con 11.640 voluntarios con edades entre los 18 y los 60 años. En términos estadísticos, los resultados del experimento son prácticamente indiscutibles. Todos los voluntarios se liaron a jugar con el Brain Training, por ver qué sucedía con ellos.
Se ha concluido que los jugadores del Brain Training no han mejorado ni así su nivel de competencias cognitivas. No son más listos, ni más inteligentes, ni más nada. Eso sí, saben contar triángulos, sumar cifras y distinguir colores con mucho salero, a fuerza de práctica. Sólo en algunos casos de deficiencia mental se aprecian mejoras (muy leves) en los jugadores, porque el simple ejercicio de pensar ayuda en casos de alzheimer, por ejemplo. Casi todos los neurólogos de Cambridge aseguran que el Brain Training es muy entretenido, pero también concluyen que la publicidad nos engañaba.
¿En qué sociedad vivimos? La leche no puede conformarse con ser leche; tiene que ser una leche que mejora tu salud, con calcio, omega 3, soja, vitaminas y mandangas que no se sabe ni qué son ni para qué sirven. El yogur no puede ser un yogur cualquiera; si no aporta bichitos que refuerzan las defensas del organismo, si no te ayuda a regular el tracto intestinal (i.e., cagar con regularidad), si no te ayuda a combatir el colesterol, si no hace algo por mejorar tu salud, no vale. Las cremitas para la cara resulta que regeneran el cutis y van cargadas de aminoácidos, jugos de aloe vera (un cáctus que sirve tanto para un roto como para un descosido), radicales libres antioxidantes y qué sé yo, porque ya no vale sólo con hidratar o disimular las patas de gallo. Un juego no se vende sólo para entretener; se nos dice que jugando a él seremos más listos, perspicaces y sabios. Combatimos lo inevitable (la enfermedad, la vejez, nuestra tontería) con remedios milagrosos, aceite de serpiente, piedras de beozar y elixires de la eterna juventud. Tanto progreso para continuar siendo tan imbéciles como siempre, pero a escala industrial.
Hoy publica la prensa que la Unidad del Conocimiento y Ciencias del Cerebro de la Universidad de Cambridge ha realizado un experimento con 11.640 voluntarios con edades entre los 18 y los 60 años. En términos estadísticos, los resultados del experimento son prácticamente indiscutibles. Todos los voluntarios se liaron a jugar con el Brain Training, por ver qué sucedía con ellos.
Se ha concluido que los jugadores del Brain Training no han mejorado ni así su nivel de competencias cognitivas. No son más listos, ni más inteligentes, ni más nada. Eso sí, saben contar triángulos, sumar cifras y distinguir colores con mucho salero, a fuerza de práctica. Sólo en algunos casos de deficiencia mental se aprecian mejoras (muy leves) en los jugadores, porque el simple ejercicio de pensar ayuda en casos de alzheimer, por ejemplo. Casi todos los neurólogos de Cambridge aseguran que el Brain Training es muy entretenido, pero también concluyen que la publicidad nos engañaba.
¿En qué sociedad vivimos? La leche no puede conformarse con ser leche; tiene que ser una leche que mejora tu salud, con calcio, omega 3, soja, vitaminas y mandangas que no se sabe ni qué son ni para qué sirven. El yogur no puede ser un yogur cualquiera; si no aporta bichitos que refuerzan las defensas del organismo, si no te ayuda a regular el tracto intestinal (i.e., cagar con regularidad), si no te ayuda a combatir el colesterol, si no hace algo por mejorar tu salud, no vale. Las cremitas para la cara resulta que regeneran el cutis y van cargadas de aminoácidos, jugos de aloe vera (un cáctus que sirve tanto para un roto como para un descosido), radicales libres antioxidantes y qué sé yo, porque ya no vale sólo con hidratar o disimular las patas de gallo. Un juego no se vende sólo para entretener; se nos dice que jugando a él seremos más listos, perspicaces y sabios. Combatimos lo inevitable (la enfermedad, la vejez, nuestra tontería) con remedios milagrosos, aceite de serpiente, piedras de beozar y elixires de la eterna juventud. Tanto progreso para continuar siendo tan imbéciles como siempre, pero a escala industrial.
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