He comenzado a leer hace poquísimo Rimbaud el hijo, de Pierre Michon, traducida por María Teresa Gallego Urrutia. Como dicen en francés, chapeau! Poco llevo y ya me tiene rendido a sus pies, el señor Michon. Quiera el cielo que luego no me arrepiente yo de tantas alabanzas, pero mucho me temo que ahí quedarán y con suerte, crecerán. Dejo para la polémica la puntuación del título: ¿Rimbaud el hijo o Rimbaud, el hijo? Yo prefiero la coma, qué quieren que les diga.
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