Un pequeño reportaje de Ferran Balsells en El País, que recomiendo que lean. Véase en qué acaba la llamada gestión de la inefable y nefasta alcaldesa de Cunit, también senadora, y el porqué del asunto del acoso que se denunció hace un año. ¿Cómo es posible que permitan que alguien así llegue al Senado?
Expulsión es un término que debería aplicarse a los salafistas en Cunit y a la excelsa alcaldesa en el Senado.
ResponderEliminarSon peligrosos, todos.
Querido Carlos,
ResponderEliminarEs evidente que algunos comportamientos no pueden tolerarse. Por eso mueve a escándalo la extraña alianza que surge en casos como éste, que es fruto de la incompetencia más que de la astucia política. ¡Ojalá fuera éste el único caso del que tuviéramos noticia!
El asunto de Cunit amaga un imán que ejerce de cacique sobre una comunidad que apenas tiene recursos, y una alcaldesa que se libera de sus responsabilidades reforzando el papel del cacique (que él se ocupe de «su» comunidad y me libere de esa «carga»). Entre unos y otros, una comunidad inmigrante asfixiada por la ambición de poder de uno y la desidia de otra.
La cuestión religiosa es aquí un disfraz, una herramienta de presión y de poder. Cuando la asistenta social puso en peligro el negocio del imán... El resto ya lo conoces.