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El concierto de chirimías

La gralla es un instrumento de viento, una madera estridente. En castellano existe la chirimía, que ya conocía don Alonso Quijano haciéndose pasar por Quijote, y era instrumento de pastores. La gralla y la chirimía son lo mismo, aunque la gralla se ha aprovechado de la evolución de los instrumentos musicales que han acompañado a la sardana desde 1920, poco más o menos. Digamos que la gralla es más clarinete que la chirimía, no en cuanto a sonido, sino en cuanto a mecánica. El que toca la gralla es un graller, y es un personaje muy respetado por su dedicación y virtuosismo.

El día 23 de agosto, a las doce, los grallers de los diferentes bailes que desfilarán en las procesiones de la Fiesta Mayor ofrecen un concierto en el Cap de la Vila, la Plaza Mayor, para entendernos. Cuando era pequeñito, era puramente un concierto, en el sentido más clásico del término. La gente iba a escuchar con fanatismo y atención las diferentes tonadas y las valoraba con mucha exigencia. Era frecuente ver correr lágrimas de éxtasis ante un solo de gralla notable, y se cantaba el ¡bravo! con emoción. Hoy, sin embargo, el público es mucho más joven y bate palmas, salta, baila, canta y bebe cerveza a toque de gralla, mostrando que la tradición es popular y no un museo, y que tanto da que sean chirimías como gaitas, que también las hay.

Los indígenas más puristas y recatados muestran su disgusto por esta falta de respeto. Los barrenderos fruncen el ceño al examinar el estado en el que queda el Cap de la Vila tocadas las dos, cubierto de latas y vasos de plástico, y un suelo pringado de alcohol. Pero es así, qué le vamos a hacer, el concierto de las doce es el pistoletazo de salida para la juerga que viene.

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