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Nuestra Señora del Vinyet


Ésta es una ermita muy estimada por los marinos. La Virgen del Vinyet ha protegido a los pescadores, a los patrones de cabotaje, a los simples grumetes, de galernas, naufragios y monstruos marinos, y su invocación era lugar común en situaciones de peligro marítimo. La pequeña iglesia está decorada con miniaturas de barcos dedicadas a la Virgen, por esa vez que nos libró de la ballena, por esa otra que nos apartó de los arrecifes, por aquélla en la que nos guió hasta el puerto en medio de la niebla. Es, además, con el permiso de San Bartolomé y Santa Tecla, la abogada de los indígenas en el Cielo, y lugar de bodas y bodorrios de los naturales del lugar.

Antaño, se podía beber del agua de su pozo con un botijo (qué fresca era) y las viñas de moscatel rodeaban la ermita. Hoy, el pozo está cerrado y las viñas han sido sustituidas por una plaza más y algo de cemento, cosas del urbanismo. Recuerdo las tardes bajo la sombra benéfica del porche de la ermita, con las bicicletas al alcance de la mano, reposando después de haber pedaleado por los entonces prohibidos jardines de Terramar. También han cerrado el porche con una valla metálica y hortera, decorando el lugar que parece cosa de santeros, empeñándose en borrar el rastro de nuestra adolescencia por la vida. Creo que me estoy haciendo mayor.

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