Cedo a mis pacientes lectores un espacio de reflexión, que es lo que toca.
Uno tiene que preguntarse:
Esta gente ¿cree en lo que dice?
¿Dice lo que cree?
¿Qué es peor? ¿Que no crea una palabra de lo que dice o que lo crea a pies juntillas?
¿Creen que dicen lo que creen o dicen lo que creen que dicen?
¿Beben o fuman, antes de decir lo que dicen?
Hecha la reflexión, que Dios nos pille confesados.
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