Los defensores de la acupuntura sostienen el típico a mí me funciona, lo que me parece muy bien. Pero estadísticamente no se sostiene. El análisis de los análisis realizados sobre la efectividad de la acupuntura demuestran lo que sigue. No existe relación entre el alivio de una dolencia y el lugar donde se le pincha a uno con una agujita (ergo, no hay punto de energía que valga); no existe diferencia apreciable entre pincharle a uno de verdad o simular que se le pincha a uno; no existe diferencia significativa entre pincharle a uno, hacer ver que se le pincha a uno o no pincharle en absoluto. Algunos estudios demuestran que los pinchazos generan algunas sustancias que, simplifiquemos, alivian el dolor, pero esto sucede en cualquier herida en cualquier parte y además su efecto es inapreciable sobre la dolencia tratada si hablamos de acupuntura. En el mejor de los casos, es como comerse un pimiento del Piquillo, que pica un poquillo. También se ha descubierto que si usted nota que le pinchan (siente una punzada, le hacen daño, etc.), cree más en que le curan, pero le curan lo mismo que no pinchándole.
Como estadísticamente la acupuntura no se sostiene ni para atrás, sacan a relucir aquello del saber milenario. Pues, señores, lo que es a mí, prefiero una medicina actualizada, que sabe de microbios, vacunas y hormonas, que no una que todavía cree en lo que se creía hace mil años, donde uno se ponía enfermo por no sé qué desequilibrio entre el ying y el yang, que váyanse a saber qué es o cómo se mide. Prefiero que me cure un antibiótico que una novena a San Blas, aunque ésta consuele.
Mientras discuto las virtudes de este cuento chino, los acupuntores chinos (repito, los acupuntores chinos) han publicado un estudio que merecería nuestra atención. Según los autores, que analizaron 98 casos clínicos y 17 series de casos sobre acupuntura, esta práctica también entraña riesgos. Esto duele, porque los seguidores de las pseudomedicinas alternativas sostienen que no existe riesgo alguno en su práctica (excepto el de no recibir un tratamiento adecuado, por supuesto).
Pero la acupuntura... Los autores del meta-análisis de la Universidad de Medicina Tradicional China de Taijin (Junhua Zhang, Hongcai Shang y Xiumei Gao) y un médico de la Universidad de Exeter (Edzard Ernst) señalan que los efectos secundarios más habituales de la acupuntura son sufrir un desmayo o provocar un neumotórax (que no es baladí). En su estudio han descubierto 479 pacientes que sufrieron daños durante el tratamiento. Catorce murieron.
Es lo menos que alguien se haga daño si le pinchan. Así, dos terceras partes de los efectos secundarios fueron traumáticos. El neumotórax (entrada de aire en la pleura) fue el más habitual (201 casos), y se llevó por delante a cuatro pacientes. Siguen lesiones de todo tipo: 35 casos de hemorragia subaracnoidea (es decir, en el cerebro), que provocaron tres muertes; perforaciones y daños en los órganos y tejidos abdominales, entre las que destacarían catorce casos de peritonitis, hematomas gástricos y obstrucciones del aparato digestivo aparte; cuatro pinchazos directos al corazón, que mataron a dos pacientes, y un pinchazo en la aorta, que acabó con el enfermo; un pinchazo en el cuello que mató al paciente por darle al nervio laríngeo; tres hemorragias en la zona ocular que dejaron un tuerto; etc.
Las infecciones también se cobraron algunas víctimas, aunque la medicina de verdad pudo salvar sus vidas. Los estudios registran varios abscesos (dos de ellos intracraneales y uno tuberculoso), un caso de artritis supurante y dos infecciones por tétanos. En el capítulo de otros efectos se registran tres muertes por hemorragia cerebral, varios infartos, numerosos desmayos, un ataque de apoplejía, otro de tos, fiebres, afonías, alergias, una espermatorrea (una eyaculación sin motivo aparente) y un caso de disfunción sexual que, asegura el estudio, quedó sólo en un susto.
El estudio concluye que los resultados obtenidos por los acupuntores chinos son semejantes a los obtenidos por los acupuntores europeos. Según estos estudios occidentales que citan los autores y que me he tomado la molestia de consultar, el riesgo de padecer un efecto secundario en una sesión de acupuntura está entre el 6 y el 15%. Lo más normal es sufrir dolor en una zona determinada (entre un 1 y un 3%) o provocar un hematoma o una hemorragia (entre el 2 y el 6%). Los estudios de los acupuntores europeos citan como efectos secundarios la infección por agujas no esterilizadas, dolor en la zona del pinchazo, cansancio, desvanecimientos y desmayos, neumotórax, embolias (en especial, las que afectan al corazón), endocarditis y daños en médula espinal o nervios periféricos.
Las razones de estos daños son una mala práxis, dicen los autores. Los daños están provocados básicamente por clavar las agujas demasiado hondo en un mal sitio, por una mala higiene o por tratar a pacientes de verdad enfermos, a los que sólo les falta que les pinchen, como, por ejemplo (y cito los estudios europeos), alcohólicos, drogadictos, usuarios de marcapasos, obesos, hemofílicos o similares, alérgicos, personas con infecciones en la piel, mujeres embarazadas y en general, como he dicho, enfermos.
En resumen, si usted está enfermo tiene más probabilidades de sufrir daño en una sesión de acupuntura que si está sano. Si añade a la ecuación que las agujitas no van a curarle... Usted mismo.
Como estadísticamente la acupuntura no se sostiene ni para atrás, sacan a relucir aquello del saber milenario. Pues, señores, lo que es a mí, prefiero una medicina actualizada, que sabe de microbios, vacunas y hormonas, que no una que todavía cree en lo que se creía hace mil años, donde uno se ponía enfermo por no sé qué desequilibrio entre el ying y el yang, que váyanse a saber qué es o cómo se mide. Prefiero que me cure un antibiótico que una novena a San Blas, aunque ésta consuele.
Mientras discuto las virtudes de este cuento chino, los acupuntores chinos (repito, los acupuntores chinos) han publicado un estudio que merecería nuestra atención. Según los autores, que analizaron 98 casos clínicos y 17 series de casos sobre acupuntura, esta práctica también entraña riesgos. Esto duele, porque los seguidores de las pseudomedicinas alternativas sostienen que no existe riesgo alguno en su práctica (excepto el de no recibir un tratamiento adecuado, por supuesto).
Pero la acupuntura... Los autores del meta-análisis de la Universidad de Medicina Tradicional China de Taijin (Junhua Zhang, Hongcai Shang y Xiumei Gao) y un médico de la Universidad de Exeter (Edzard Ernst) señalan que los efectos secundarios más habituales de la acupuntura son sufrir un desmayo o provocar un neumotórax (que no es baladí). En su estudio han descubierto 479 pacientes que sufrieron daños durante el tratamiento. Catorce murieron.
Es lo menos que alguien se haga daño si le pinchan. Así, dos terceras partes de los efectos secundarios fueron traumáticos. El neumotórax (entrada de aire en la pleura) fue el más habitual (201 casos), y se llevó por delante a cuatro pacientes. Siguen lesiones de todo tipo: 35 casos de hemorragia subaracnoidea (es decir, en el cerebro), que provocaron tres muertes; perforaciones y daños en los órganos y tejidos abdominales, entre las que destacarían catorce casos de peritonitis, hematomas gástricos y obstrucciones del aparato digestivo aparte; cuatro pinchazos directos al corazón, que mataron a dos pacientes, y un pinchazo en la aorta, que acabó con el enfermo; un pinchazo en el cuello que mató al paciente por darle al nervio laríngeo; tres hemorragias en la zona ocular que dejaron un tuerto; etc.
Las infecciones también se cobraron algunas víctimas, aunque la medicina de verdad pudo salvar sus vidas. Los estudios registran varios abscesos (dos de ellos intracraneales y uno tuberculoso), un caso de artritis supurante y dos infecciones por tétanos. En el capítulo de otros efectos se registran tres muertes por hemorragia cerebral, varios infartos, numerosos desmayos, un ataque de apoplejía, otro de tos, fiebres, afonías, alergias, una espermatorrea (una eyaculación sin motivo aparente) y un caso de disfunción sexual que, asegura el estudio, quedó sólo en un susto.
El estudio concluye que los resultados obtenidos por los acupuntores chinos son semejantes a los obtenidos por los acupuntores europeos. Según estos estudios occidentales que citan los autores y que me he tomado la molestia de consultar, el riesgo de padecer un efecto secundario en una sesión de acupuntura está entre el 6 y el 15%. Lo más normal es sufrir dolor en una zona determinada (entre un 1 y un 3%) o provocar un hematoma o una hemorragia (entre el 2 y el 6%). Los estudios de los acupuntores europeos citan como efectos secundarios la infección por agujas no esterilizadas, dolor en la zona del pinchazo, cansancio, desvanecimientos y desmayos, neumotórax, embolias (en especial, las que afectan al corazón), endocarditis y daños en médula espinal o nervios periféricos.
Las razones de estos daños son una mala práxis, dicen los autores. Los daños están provocados básicamente por clavar las agujas demasiado hondo en un mal sitio, por una mala higiene o por tratar a pacientes de verdad enfermos, a los que sólo les falta que les pinchen, como, por ejemplo (y cito los estudios europeos), alcohólicos, drogadictos, usuarios de marcapasos, obesos, hemofílicos o similares, alérgicos, personas con infecciones en la piel, mujeres embarazadas y en general, como he dicho, enfermos.
En resumen, si usted está enfermo tiene más probabilidades de sufrir daño en una sesión de acupuntura que si está sano. Si añade a la ecuación que las agujitas no van a curarle... Usted mismo.
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