Leibniz sostenía que el mundo en el que vivimos es el mejor mundo posible, y razonó el porqué. Años después, Schopenhauer destrozó la argumentación de Leibniz demostrando que, partiendo de los mismos supuestos se podría deducir igualmente que vivimos en el peor de los mundos posibles. ¡Venga Schopenhauer, siempre tan alegre...! La cuestión, queridos alemanes, no es que el mundo, este mundo, sea el bueno o el malo, sino que es el mundo que tenemos. El feo, quizá. ¿Podría haber sido otro mundo posible? No digo que sí ni que no, pero la cuestión es ¿qué hacemos con éste? He ahí el intríngulis del asunto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario