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La batalla (quizá la ruta) del xató


El xató es una ensalada de escarola con pescado, uno salado a escoger entre las anchoas, el atún o el bacalao. La gracia del mejunje es que se adorna con una salsa hecha de almendras, avellanas, miga de pan, vinagre, ajo, aceite, ñoras y una pizca de sal, más algún ingrediente secreto de tiempos de la abuela. No hay dos recetas de xató iguales.

El origen del xató es misterioso. Lo mismo que el pan con tomate, sólo aparece en los menús a partir de la segunda mitad del siglo XIX. Unos cuentan que su origen es vitinícola, pues xató vendría de aixetó, el grifo que se clavaba en la bota de vino nuevo del Penedès, ésa que comenzaba a vaciarse por estas fechas. El acontecimiento era celebrado con escarola y pescado en salazón, puesto que los campesinos de entonces no tenían otra cosa a mano. Unos sostienen tal y los otros, cual, porque no faltan los que afirman que el xató era un plato de pescadores, cosa de marinos, que también xatonaban el vino y sabían de cocina más que ninguno. Pero no es seguro que xató venga de aixetó. Ya ven, la paternidad del xató es polémica.

¡Vaya si lo es! Si quiere usted acabar tragando dientes, vaya a Sitges, tome unas cañas en un local indígena y a viva voz argumente que el xató no es de Sitges, sino de Vilanova i la Geltrú. Los indígenas lo auparán y lo arrojarán al mar desde lo más alto del campanario de la parroquia de San Bartolomé. Pongamos que va usted a Vilanova i la Geltrú y asegura públicamente que el xató es un hallazgo culinario del Vilafranca del Penedès. No doy por usted ni el canto de un duro. Si proclama en Vilanfranca del Penedès que el xatò es cosa del Vendrell, o si afirma contundentemente en El Vendrell que el xató es un plato de cualquier otra parte, puede acabar lo mismo, que es malamente o peor.

Es acto de fe indígena en estas cuatro poblaciones afirmar lo siguiente: que el xató lo inventamos nosotros y que el mejor xató del mundo es el nuestro. Sobre el xató no cabe ninguna otra opinión. En este asunto, los indígenas del Garraf y el Penedès son inflexibles y fanáticos. Las xatonadas (degustaciones públicas del xató local) son actos de afirmación indígena, donde se proclama esta doble verdad, y cualquiera pillado en falta aparece en un descampado con la garganta embozada de escarola y un letrero al cuello proclamando su traición.

Pero ¿quién tiene razón? ¡Dios me libre de dársela a nadie! En El Vendrell se defiende el origen marino del xató. En Vilafranca del Penedès, tierra castellera, sostienen que xató viene del francés, chateau (castillo), que se pronuncia igual. En Vilanova i la Geltrú acuden a la hemeroteca, para descubrir el menú de un restaurante donde servían xató en 1899. Finalmente, en Sitges presumen de la primera xatonada documentada, en 1896, en una de esas juergas que se corrían los modernistas en el hoy fenecido Cau Ferrat. Etcétera.

Comienzan las xatonades. Comenzaron oficialmente en noviembre, pero ahora es la temporada alta. Se promociona la Ruta del Xató, donde uno podrá ponerse como el Quico, de xató en xató, dando vueltas por aquí y por allá y dando la razón a todos cuando aseguran que su xató es el mejor. Comienza una etapa peligrosa para el visitante incauto que, preguntado por esta ensalada peleona, responde que prefiere un arrós negre, que está mucho más rico.

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