Sería bueno que cualquier cargo público electo, los directivos de empresas públicas y los funcionarios de alto nivel no pudieran llevar a sus hijos a escuelas privadas o concertadas, sino a escuelas públicas, y que tampoco pudieran acudir a la sanidad privada, ni ellos ni su familia. Pillados en falta, serían inmediatamente expulsados del cargo, fuera cual fuera éste. Otro gallo nos cantaría.
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