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Sant Jordi

Procuro celebrar con entusiasmo la Diada de Sant Jordi. Los protagonistas son los libros y las flores. Las damas son obsequiadas por los caballeros con una rosa roja, a poder ser, y se compran y regalan libros. ¡Libros...! Parece mentira, pero así es. Libros... El mundo del revés.

Porque es el Día del Libro, ya que Cervantes y Shakespeare la diñaron los dos un 23 de abril del mismo año, pero no el mismo día, porque aquí y allá no se empleaba el mismo calendario. Es largo de explicar, pero los libreros se dejaron de sutilezas e inventaron la feria.

¿Y Sant Jordi? Se mentan doncellas, caballeros y dragones, pero la etimología de Jordi o Jorge viene del griego, Georgios, o así, y significa, poco más o menos, campesino.

El verdadero San Jorge, del que nadie sabe nada a ciencia cierta, era un simple campesino, que tuvo que enfrentarse al mal (quizá al Mal) con las únicas armas de sus manos callosas, su azada, quizá su fe, o su bondad, seguramente su perseverancia y paciencia, que cultivó el poco bien que pudo como pudo en tiempos difíciles.

En cierto modo, nuestra azada es el modesto libro, que intenta cultivar los yermos campos de la ignorancia para extraer algún fruto de ellos. También son tiempos difíciles, pero no por eso hay que dejar de intentarlo.

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