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Sostenible e insostenible

El ínclito señor don Josep Antoni Duran i Lleida, líder de la fracción carca de CiU y famoso por lo que se cuenta de él y de las señoras que fuman, aseguró el otro día que el sistema sanitario público actual era insostenible. ¡Valiente perogrullada! Sostenible quiere decir, a la RAE me remito, que puede mantenerse por sí mismo, pero todos sabemos que la sanidad pública no se mantiene ella sola por sí misma mismamente, sino que la mantenemos entre todos, pagando nuestros impuestos, que administran los Presupuestos del Estado o de la Comunidad Autónoma que a uno le ha tocado en suerte. Por lo tanto, evidentemente, la sanidad pública es insostenible, por definición, y no puede ser de otra manera: no es un negocio. Para que tire adelante, está el Estado. Punto.

Quizá el calvo no hablaba de la sanidad, sino de la salud. En catalán, muchas veces se dice salut por sanitat, y aunque está mal dicho, tenemos un Departament de Salut, no de Sanitat, y no me pregunten por qué. Ojo al dato: la salud también es insostenible, seguro. Porque, aunque parezca sostenerse, al final morimos, ya ven qué cosas.

Lo que venía a preguntar el señor Duran i Lleida es para qué invertir en la sanidad (o la salud) pública, si al final, la diñamos todos. Lo mejor es dejar de malgastar el dinero, dejar de pagar impuestos que no servirán para nada y si un rico quiere pagarse un médico, que se lo pague de su bolsillo. Así, con el tiempo, los pobres vivirán menos, disminuirá el número de parados y se reducirá el gasto del sistema de pensiones.

Sin embargo, no es insostenible el modelo de radio y televisión públicas en Cataluña. La Sindicatura de Comptes ha publicado el resultado de sus pesquisas sobre TVC (Televisió de Catalunya) y se nos ponen los pelos de punta. Entre 2007 y 2009, el Gobierno de la Generalidad de Cataluña se gastó casi dos mil millones de euros para eliminar la deuda de nuestra televisión. En pesetas, más de 300.000 millones, que ya son millones, fíjese usted. Es que, en euros, parecen menos.

Lo peor del asunto es que los gastos corrientes de TVC en 2007 se cubrían casi en un 45% por los ingresos publicitarios; en 2009, sólo un 25%. Eso quiere decir que cada vez hay más competencia publicitaria, que baja la audiencia y los catalanes pagamos cada vez más por ver cada vez menos el NO-DO, perdón, el Telenotícies.

Pero la pregunta que me escama es... Tanto dinero ¿en qué lo gastan?

De verdad, en serio, ¿en qué? El sueldo medio de un trabajador de la TVC es de 65.000 euros al año, pero los sueldos de tanta gente no suman dos mil millones. Se contrata a dedo, dice la Sindicatura, pero ¿tanto? ¿Cuesta dos mil millones de euros levantarse con la verborrea del señor Cuní y acostarse después del NO-DO? Por Dios, que me lo expliquen. ¿Por dónde se va toda esa pasta?

Eso sí, de la boquita del ínclito señor Duran i Lleida jamás saldrá la palabra insostenible referida al actual modelo de TVC, que es realmente, objetivamente, inapelablemente, insostenible. Antes que reconocer tal cosa y obrar en consecuencia, mejor será cerrar quirófanos de urgencias, aulas de primaria o dejar sin ayuda a unos cuantos abuelitos, que, total, para lo que les queda...

Qué bonito ser neoliberal con los pobres y pagar con el dinero del Estado la máquina de propaganda de los ricos. Sí, esto que he dicho es pura demagogia, pero me importa un pimiento, porque es la verdad.

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