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Follón en Mollet del Vallès

En Mollet del Vallès, una idílica población catalana de más de 52.000 habitantes, los munícipes se complican la vida ellos solitos. Josep Monràs, del PSC, a los pocos días de iniciar su tercer mandato como alcalde de la ciudad, decidió subir el sueldo a todo su equipo de gobierno municipal. Eso fue en junio, en un pleno del día 22.

La subida de sueldo oscilaba entre el 7 y el 10%; el alcalde pasó de cobrar 59.000 euros al año a cobrar 78.000. Malas lenguas dicen que esta subida de sueldo respondía a la pérdida de su cargo en la Diputación de Barcelona, del que se ha visto privado después de las elecciones, que le suponía un ingreso anual de 83.500 euros.

Votaron a favor de la moción PSC (12 votos), CiU (4 votos) y PP (4 votos); ERC (2 votos) se abstuvo; ICV (3 votos) fue el único partido que votó en contra. El amplio consenso se explica porque en el mismo paquete se aprobaba una retribución anual de 18.000 euros para los portavoces de los grupos municipales. No está mal: sale a 1.500 euros el pleno.

Ya saben que, en estos casos, la protesta cívica cede muy pronto ante la violencia, el insulto y otras lindezas. Tras el pleno, el señor alcalde fue perseguido e increpado durante media hora por un grupo de trescientos personajes que le dijeron de todo menos guapo. Tampoco se libraron el resto de los munícipes, pues la chusma, en estos casos, no distingue entre unos y otros y el cabreo era generalizado. Se condenaron los hechos, pero el alcalde se ha visto obligado a corregirse y mostrarse menos generoso con los sueldos de los munícipes.

Ni corto ni perezoso, el señor Monràs ha propuesto eliminar la asignación de 18.000 euros anuales que se había aprobado para los portavoces de los grupos municipales, y dejar de pagar los 4.000 euros al mes que recibe cada partido con representación en el Ayuntamiento. De un día al otro, los concejales de la oposición habrían pasado a cobrar sólo unos cuatrocientos euros al mes (por trabajar sólo un día). Eso sí, en la nueva propuesta del señor Monràs los sueldos del señor alcalde y sus regidores no se iban a tocar, porque una cosa es ahorrar y otra, ser tonto.

La cara que ha puesto la oposición ha sido digna de una cámara fotográfica, y estas propuestas, sencillamente, no han llegado a buen puerto. Especialmente indignado se ha mostrado el señor Guillaumes, principal concejal en la oposición, de CiU, que veía cómo se le esfumaban 18.000 euros al año así, sin más. Ha calificado el follón de Mollet como el juego de los disparates y sus maniobras han obligado a discutir de nuevo la cuestión de sueldos y salarios de los cargos electos de forma serena y consensuada este otoño, cuando se discutan los presupuestos, porque al señor Monràs le falta un voto para obtener la mayoría y no ha podido salirse con la suya.

Por si no lo habían imaginado, de forma serena y consensuada quiere decir que se escucharán las palabrotas desde aquí, tan lejos.

La crisis inmobiliaria hace surgir episodios tan singulares y patéticos como éste día sí y día también. Por eso exclamamos: ¿En manos de quién están nuestros ayuntamientos? Y también: ¡Así nos va!

Post Scriptum: No tengo nada contra el alcalde de Mollet, sólo más datos. Podríamos haber hablado de los casos de Sant Andreu de Llavaneres o de Calonge, donde mandan alcaldes de CiU y se han dado casos similares. Tampoco está mal el caso de la Bisbal del Penedès, donde su alcalde, de ERC, ha bajado el sueldo de los concejales de la oposición un 90% (sale a 10 euros el pleno) para poder subirse el suyo un 33% (44.000 euros al año). Dicen los Evangelios que quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra, pero visto el percal, si uno abre la boca, acaba lapidado.

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