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«No sé lo que cobro»

Las cosas van mal. No hay dinero, qué más puedo decir. Por lo tanto, hay que... ¿Hay que qué? El Gobierno de la Generalidad de Cataluña dice que hay que recortar el gasto. Recortar, recortar y recortar. Zas, zas, un diez por ciento por aquí, un diez por ciento por allá. Se llevan por delante la sanidad y la educación pública y si alguien se queja, la culpa es de los funcionarios, que no pegan sello, de los inmigrantes, que no hacen más que llevárselo todo y vivir del cuento, o de Madrid, que es la mano negra que mueve a funcionarios, inmigrantes y demás.

Sí, hay que recortar... y hacer más cosas. Por ejemplo, tener prioridades claras, que beneficien a la mayoría; en cristiano, no recortar tanto en hospitales, por ejemplo, y un poco más en televisión. Luego, aunque suene a libro de autoayuda, Dios nos libre, hay que aprovechar la oportunidad para reorganizarse y hacer mejor las cosas. Las estructuras burocráticas de la administración de la Generalidad de Cataluña son macrocefálicas, los circuitos administrativos son retorcidos y la eficiencia de los trámites, cuestionable. Falta una buena gestión.

Sin echar mano de los despidos o los recortes salariales, dijo la Comisión Vilardell, sino sólo gestionando mejor, podía reducirse una tercera parte el gasto sanitario catalán. ¡Una tercera parte...! Quizá sea éste el ejemplo más doloroso, pero, en resumen, como no saben gestionar, recortan. Y no apunto a un solo partido, sino a todos, porque todos en el Parlamento de Cataluña han tenido responsabilidades de gobierno. Está bien, SI no las ha tenido... aunque sus diputados, sí... excepto Laporta, que casi arruina al Barça. Ciutadans... no, pero no pintan nada. El PP ha mandado en España y colaboró activamente con el pujolismo durante años, y colabora ahora con el neoliberalismo convergente; tampoco se libra.

Pero las cosas son como son, no como deberían ser, y manda quien manda, que no da para más. Pero, al menos, podría disimular su caradura y su ineptitud, o mostrarse dispuesto a explicar las cosas claras.

La Agencia Catalana de Cooperación para el Desarrollo era el organismo que gestionaba las ayudas de la Generalidad de Cataluña al los países pobres (perdón, en vías de desarrollo). La agencia va a despedir a treinta trabajadores, la mitad de la plantilla, y reducirá su presupuesto un 55%. Las ONGs están con un cabreo mayúsculo, porque don Carles Llorens, el nuevo director de la agencia, va diciendo por ahí que se acabó lo que se daba, que vayan todos diciendo adiós a las subvenciones y que lo que es él, procurará que sean empresas privadas las que patrocinen proyectos humanitarios, patrocinio que luego podrán emplear para fines publicitarios.

No vamos a meternos con esta estructura de negocio, pero sí con la intervención de don Carles Llorens en el Parlamento de Cataluña. El personaje suprimió unos cuantos cargos directivos nada más aterrizar en la agencia y acto seguido, nombró a cuatro jefes de área. Simplificó la cúpula directiva, afirma, pero una parlamentaria le preguntó, cito: ¿Desmiente que haya subido el sueldo a la cúpula de la Agencia Catalana de Cooperación al Desarrollo? No lo preguntó una vez, sino cuatro veces, cuatro, y don Carles se hacía el sueco cada vez y se iba por los cerros de Úbeda. Al final, tras mucho insistir, la respuesta del señor Llorens fue, vuelvo a citar: No sé lo que cobro.

Yo se lo diré. Si cobra como un director general, que es lo que debería cobrar, 80.589,54 euros al año. Sin embargo, el sueldo de sus cuatro colaboradores permanece en la sombra, aunque sean trabajadores públicos. Los trabajadores de la agencia cuentan que la reducción de un 24% de la masa salarial por reducción de la estructura de mando (¿cuánta gente mandaba en la agencia?) ha ido a parar a los bolsillos de los nuevos cargos. Imagínense el humor de los trabajadores de la agencia: sus jefes cobran un pastón de más, a ellos les redujeron el sueldo y encima, cualquier día de éstos, la mitad, a la calle. Por el camino, la cooperación internacional pública perjudicada. En esto consiste la política de la retallada, en cortar por abajo para mantener a los de arriba.

En conclusión, en este caso hay mucho que discutir sobre la financiación y la profesionalización de las ONGs. Si son organizaciones no gubernamentales, ¿por qué viven del dinero público, que les da el gobierno a discreción? Es una contradicción en los términos, pero es otra batalla. Lo que ahora merece discutirse es el tono de la intervención del señor Llorens en el parlamento... y lo que quizá oculta. Usted, pregunte, que yo responderé lo que me dé la gana. En otros países, a un tipo así se le pone de vuelta y media y se le pide la dimisión de inmediato. Aquí, le ríen las gracias.

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