Como pueden apreciar en la imagen, el Hungaroring es un circuito lleno de curvas. Si además, llueve, o llueve un poquito, más exactamente, comienza el vals, que es propio, recordémoslo, del antiguo Imperio Austro-Húngaro. Eso fue lo que pasó en carrera. Un pequeño chubasco por ahí, otro por allá y ya la tenemos liada. En más de una ocasión, los coches salieron de pista de costado, marcha atrás o de frente, patinando al ritmo de una danza húngara. El cambio de neumáticos volvió a ser la clave, que le valió perder la carrera a Hamilton (que puso gomas mixtas creyendo que el chaparrón iría a más, y se equivocó) y agitarla un poco, en general, pues hubo tres y cuatro cambios de neumáticos entre los campeones. Los Ferrari quedaron tercero y sexto; los McLaren, primero y cuarto; los Red Bull, segundo y quinto. Se repartieron los puestos del podio los de siempre, pero cambiando el orden. Button, Vettel, Alonso, Hamilton, Weber y Massa, si mal no recuerdo.
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