¡Pobres pobres!

Si tuviera mala leche, me atrevería a decir que el Gobierno de la Generalidad de Cataluña ha actuado con alevosía y nocturnidad; sin embargo, en honor a la verdad, estoy convencido de que su actuación ha sido hija de la torpeza y la estupidez. Estoy hablando del lamentable caso del Programa Interdepartamental de la Renta Mínima de Inserción, conocido vulgarmente como PIRMI.

El PIRMI es un programa que se aplica a personas en situación de pobreza extrema, que no disponen de medios económicos que garanticen su subsistencia. El beneficiario ha de residir en Cataluña desde hace al menos un año, con la excepción de las mujeres que, para evitar malos tratos, se hayan refugiado entre nosotros y se encuentren en la miseria. El programa incluye la actuación de asistentes sociales, cursos de formación profesional, etcétera, y en algunos casos (la mayoría) una renta mínima de inserción (RMI), para poder sobrevivir mientras los servicios sociales intentan que el beneficiario pueda salir del pozo en que se encuentra. Esa renta oscila entre los 400 y los 500 euros (en Cataluña, la media es de 420 euros al mes). Añado que si el beneficiario gana más de 500 euros al mes, no tiene derecho a esta renta.

Según los datos del Departamento de Bienestar y Familia (asistencia social et altri), de cada una de estas rentas depende la supervivencia de 3,25 personas. En otras palabras, más de 110.000 personas dependen de esta misérrima cantidad para poder pasar el mes. Con todo, tiene que quedar clara una cosa: el PIRMI no es una pensión, sino un conjunto de medidas que se aplican durante un tiempo determinado, medidas que intentan mejorar la situación desesperada de algunas personas; entre esas medidas existe una renta que ayuda a sobrellevar el peso de una pobreza extrema y evitar en lo posible la exclusión social.

Dicho esto, los que ahora mandan han presumido siempre de querer poner orden en los programas de ayudas sociales, para acabar con el fraude y la caradura. Además, la tijera también será bueno aplicarla al PIRMI (que cuesta poco más de trece millones de euros al año). Así que, manos a la obra. De entrada, revisarán los expedientes uno a uno y ya han citado a veinte mil beneficiarios, por ver si mienten o no dicen la verdad.

Contra el criterio de los funcionarios y asistentes sociales, que conocen la problemática de estas personas, siguiendo las órdenes expresas del señor Mas, el Gobierno modificó la forma de pago. En vez de ingresar la RMI en una cuenta bancaria, se enviaba por correo certificado un cheque nominativo. Así aseguran que sólo cobrará el beneficiario. ¿Cuál ha sido la consecuencia?

Ahora mismo, casi la mitad de los beneficiarios todavía no han recibido el cheque y la situación ha llegado a tal extremo que la Cruz Roja, Cáritas, los bancos de alimentos y algunos ayuntamientos han tenido que aplicar un plan de choque para ayudar a estas personas mientras no llega el dinero. La mayoría corren el peligro de quedarse sin cama y sin comida. Los teléfonos del Departamento de Bienestar y Familia se han colapsado; el personal no puede atender tantas reclamaciones; en la sede del departamento se forman aglomeraciones de afectados y se repiten escenas llenas de tensión, porque el personal no puede atender a más de sesenta o setenta personas al día. ¿A quién se le ha ocurrido hacer esto precisamente en agosto, sin avisar, cuando la mayoría del personal está de vacaciones?

El secretario general de guardia (los consellers de Empresa y Ocupación y de Bienestar y Familia están de vacaciones en la Cerdaña, en Menorca o Dios sabe dónde), el secretario general de guardia, decía, don Enric Colet, ha tenido que dar la cara y ha mostrado de qué va todo esto. El señor Colet es una persona que sabe mucho de asistencia social, porque es (ha sido) profesor de ESADE, donde obtuvo un maestrazgo en dirección y administración de empresas, destacando como especialista en la estructura de los mercados de la información y la telecomunicación, ya ven ustedes.

Del procedimiento (que, repito, refrendó el mismísimo presidente Mas, pese a todos los avisos) ha dicho: No creo que nos hayamos equivocado. Es más, añade: Lo hemos hecho plenamente a conciencia [lo de pagar con cheque nominativo en agosto]. Esta gente [los beneficiarios del PIRMI] no hace vacaciones, no trastocamos su calendario de vacaciones. Esta gente... Muestra, eso sí, un poco, un poquito, de sensibilidad social... a su manera. Dice: Sabíamos que había gente que podía sufrir un poco; pero añade: Si han incumplido la norma [los beneficiarios que no han recibido el cheque por haber tenido que cambiar de domicilio], se pueden esperar unos días para cobrar. Al final, dedica unas palabras de agradecimiento a los ayuntamientos que, mientras tanto, intentar aliviar la situación de esta gente; dice de ellos: Los Ayuntamientos que dan ayudas de forma indiscriminada no entienden el objetivo de la Generalidad.

¡Bravo, señor Colet! ¡Bravo! Con esto nos lo ha dicho todo.

Visto el desaguisado, fuentes del departamento han asegurado que el mes que viene se pagará la RMI como siempre, porque hace feo ver a pobres haciendo cola en la calle pidiendo para comer. Como podrán suponer, la culpa de todo esto ha sido de los funcionarios (que no trabajan en agosto y toleran el fraude) y de los inmigrantes (que colapsan los servicios sociales porque viven del cuento). Manda güevos.