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Quien con negros pernocta, dimitido alborea

El asunto de los ediles de Plataforma per Catalunya en Salt (Gerona) tiene cuerda para rato. Como ya dije, la señora Martínez se enfadó con los compañeros de su partido cuando éstos quisieron ver los papeles de su novio, que es del Camerún y además, negro. Dieron a entender, que el tipo en cuestión podría ser un inmigrante clandestino. También, que el matrimonio que se estaba gestando entre la señora Martínez y su novio parecía un matrimonio de conveniencia más que la sublimación del amor. La señora Martínez, evidentemente, no sostiene la misma opinión. Lo suyo es amor y lo demás, mala fe. Por una vez hizo algo digno: dimitir.

El asunto no ha terminado, ni mucho menos. La señora Martínez ha dimitido de su militancia en Plataforma per Catalunya y amenaza con denunciar, si no ha denunciado ya, a sus antiguos compañeros de partido, por diversas perrerías. A su vez, Plataforma per Catalunya amenaza con denunciar, si no ha denunciado ya, a la señora Martínez, por injurias y calumnias. No ha sido una ruptura amable.

Pero uno no puede dejar de preguntarse cómo es posible que alguien en la situación marital de la señora Martínez, enfermera diplomada, además, se apunte a un partido racista y ultraderechista. Es un misterio que sólo admite dos explicaciones: o la señora Martínez es tonta o es una oportunista que se suma a un bombardeo con tal de sentarse en el Ayuntamiento. Y no sé cuál de las dos cosas es peor, ya puestos.

En cualquier caso, el comportamiento de los demás militantes de Plataforma per Catalunya, es pérfido y enfermizo. Según cuenta la señora Martínez, y perdonen ustedes la expresión, le dijeron (cito textualmente): Pero mira que eres guarra... ¿Cómo puedes acostarte con un negro? Sobran los comentarios.

Veamos qué cuenta la señora Martínez, y que cada uno piense lo que quiera. Según sus propias palabras, (copio de una entrevista en El País), Ellos me dijeron que querían mejorar Salt con menos inmigración, menos delincuencia, menos drogas... Tengo cincuenta y dos años y no había votado nunca. Yo quería mejorar la situación en Salt, luchar contra la delincuencia, pero no contra la gente de a pie que viene aquí a trabajar.

El periodista no le preguntó: Pero, mujer, ¿no sabía dónde se metía? Lástima.

Al principio, la señora Martínez dijo que abandonaba su escaño en el pleno municipal. Amanece y ya se lo ha pensado dos veces. Hoy dice que no, que pasará a formar parte del grupo mixto, donde compartirá un escaño con el señor Bonet, que era, ya no es, el candidato a alcalde del partido.

Porque el señor Bonet también ha dimitido de militancia plataformista por Cataluña. Antes de que me echen, ha declarado. Se siente decepcionado con los dirigentes del partido y no comparte sus ideales, ha dicho. ¿Quiere decir que se presentaba para alcalde sin conocer los ideales, quizá las ideas, del partido que le aupaba? Caramba, es bueno saberlo. El señor Bonet ha añadido que en el partido hay algunos nazis. ¡Bravo! ¡Otro que descubre las Américas...! El señor Bonet, pues, deja de ejercer de representante municipal de Plataforma per Catalunya, pero no deja la silla en el pleno municipal ni que lo maten.

No tendría que extrañarnos que el señor Bonet no comparta los ideales de Plataforma per Catalunya. Pueden tomar esta frase como una ironía, si quieren, porque el señor Bonet se inició en la política participando activamente en grupos catalanistas independentistas minoritarios y radicales, que abundan en Gerona, que adornan las insignias que los identifican con estrellas rojas, hoces, martillos y puños cerrados sobre fondos cuatribarrados. Es, pues, plenamente coherente que el señor Bonet se apunte a un partido que defiende la identidad racial, cristiana e indoeuropea del catalán de debó, que se sume a una ideología que combate la presencia en las calles de cualquier otra cultura que no sea la catalana... supongo, no sé.

El caso es que el señor Bonet también es homosexual. Como si quiere ser papirofléxico, filatélico o croprófago, qué más da. Ni nos va ni nos viene, nos importa más bien poco; nada, la verdad; pero resulta que su pareja es un mulato de la República Dominicana. Como si quiere ser de la China, me dirán, pero ¿qué hacía el señor Bonet en Plataforma per Catalunya? Si yo fuera homosexual y mi novio fuera negro, incluso blanco y ario, creo que el último partido político que escogería para ejercer como político es precisamente Plataforma per Catalunya. Vamos, digo yo.

De estos dos personajes, el señor Bonet y la señora Martínez, puede decirse que ellos se lo guisan y ellos se lo comen, aunque el plato, al final, les resulte indigesto. O son dos caraduras que se han apuntado al carro del primer partido que podía asegurarles un escaño municipal o son obviamente idiotas. Quizá ambas cosas, simultáneamente.

Imagínense los estragos que podrían hacer estos dos en la administración de un municipio del tamaño de Salt, dos personas tan perspicaces, inteligentes y hábiles como éstas, dos personas que escogen con tanto acierto el partido que mejor representa su manera de vivir y de pensar. Luego se preguntan por qué los ayuntamientos tienen deudas. Porque como éstos, así, así, oigan, los que quieran.

Sin embargo, a río revuelto, ganancia de pescadores. El alcalde de Salt, el señor Torremadé, está a dos escaños de la mayoría absoluta. Así que ha saltado el caso de la afición sexual de dos de los tres ediles de Plataforma per Catalunya, se ha puesto la mar de contento. Le ha faltado tiempo al señor Torremadé para reunirse con los dimisionarios y convencerlos para que no dejen el escaño en manos de Plataforma per Catalunya, sino que permanezcan en él y se apunten al grupo mixto. Así, conseguirá dos tránsfugas que le asegurarán hacer lo que le venga en gana, con permiso del pleno.

Parece que el señor Torremadé ha tenido éxito en su empresa y que tanto el señor Bonet como la señora Martínez se han sumado al carro de la política convergente. Si me permiten tirar con bala y con mala idea, CiU también esgrime banderas, defiende la integración (entendida como un todos como yo) y se inventó eso del contrato del inmigrante. No ve d'un pam, dice el refrán. Pero si volvemos por un momento a la seriedad con que merecen ser vistos estos acontecimientos, la conclusión sería tan lamentable que, qué quieren que les diga, prefiero echarme unas risas.

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