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Temperaments filosòfics

Peter Sloterdijk me provoca sentimientos encontrados. Es un filósofo alemán, lo que a más de uno hace exclamar Vade retro!, pero tuvo las narices de llevarle la contraria a otro filósofo alemán, de los de Vade retro! de verdad, ese tal Habermas, y por eso mismo, por la polémica que suscitó diciendo, en primer lugar, que no se entendía lo que decía Habermas (sigue sin entenderse) y que, en segundo lugar, estaba equivocado, hizo que me cayera simpático. Eso sí, Popper lo dijo mucho más claro, conciso y contundente, pero nadie le hace caso a Popper.

Otra cosa que me gusta de Sloterdijk es mucho de lo que ha escrito de Nietzsche. Es que Nietzsche me tiene robado el corazón, que diría aquél. Pero acto seguido, Sloterdijk comete un pecado mortal y se declara admirador de... ¡Heidegger! ¡Por favor! ¿Adónde iremos a parar? El mayor cantamañanas después de Hegel... Algo no funciona en la filosofía occidental.

Añado sobre Sloterdijk, por si acaso, que no he leído su opus magnum, sino algunos ensayos menores. Éste, traducido estupendamente al catalán por Raúl Garrigasait, es una recopilación de introducciones a algunos escritos de filósofos conocidos, que formaron una especie de enciclopedia filosófica. La colección de filósofos no es sistemática y yo noto algunas ausencias, pero eso va por gustos. Lo que sí diré es que Temperaments filosòfics dice alguna cosa interesante, pero deja un poco frío. No dice gran cosa, vamos. No es el mejor Sloterdijk y si alguna vez hace gala de una percepción muy fina, alguna otra se deja llevar por no se sabe qué.

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