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¡A por ellos, que son pocos y cobardes!

La relación entre la judicatura y los Mossos d’Esquadra, la policía autonómica de Cataluña, ha sido siempre algo tensa. Cuando todavía no se habían desplegado los mossos en Barcelona, los jueces no los quisieron como policía judicial. Cuando sustituyeron a la Policía Nacional y la Guardia Civil, los jueces iniciaron pesquisas de oficio por los malos tratos que aplicaban los mossos a los detenidos en comisaría. Se acuerdan de la polémica de las cámaras de televisión en las salas de interrogatorios, ¿verdad?

El actual Gobierno ha puesto fin a los abusos de los mossos en comisaría... quitando las cámaras, pero en 2005 los mossos filtraban a la prensa algunas de sus actuaciones, como quien no quiere la cosa. Creían que hacer que se supiera que habían pillado a un juez conduciendo borracho haría que los jueces fueran con más cuidado a la hora de actuar de oficio y acusar a los mossos de ser unos tipos duros. Sin comentarios, pero tal que así se llevan unos con otros.

La cuestión ha ido a más y a menos. Los mossos han hecho cosas bien y cosas mal, y la Brigada Móvil, nombre que parece sacado de un tebeo de Dick Tracy, la policía antidisturbios, se ha llevado la palma en el plato de la balanza que señala fallos y errores policiales. O no intervenía a tiempo o los abusones la liaban a mamporros. La última, la han liado en los juzgados, y ha puesto a los jueces en pie de guerra.

Antes de proseguir, quizá tengamos que apuntar alto al señalar con el dedo. La dirección de la policía durante el Tripartito fue a todas luces inepta y no hizo nada por enderezar lo que se torcía. Saura y compañía pasarán a la historia como algunos de los peores gestores de la policía que se recuerdan en el país. Sus meteduras de pata y torpezas llenan una enciclopedia, y a las hemerotecas me remito.

La nueva dirección de los Mossos d’Esquadra, en cambio, viene guerrera y quiere dar imagen del se van a enterar de quién soy yo. Dureza, es el lema. Que se note que ahora mandamos nosotros y no esos patatas. ¡Vaya si se nota!

Con esta gestión de la cosa del orden público, no les extrañe que la Brigada Móvil actúe como un elefante entrando en una cacharrería un día o no actúe en absoluto al día siguiente. Formada por los elementos más fornidos de cuerpo y menos dotados de mente, la Brigada Móvil cumple una función pública y política que tiene que ser bien gestionada por los mandos, y es ahí donde duele, porque los mandos... En fin, no diré nada.

El día que tenía que haber actuado, por ejemplo, fue el día que una muchedumbre exaltada y ebria de estupidez asedió el Parlamento de Cataluña y optó por sitiarlo. Porque una cosa es manifestarse y otra arrogarse uno mismo en voz del pueblo y querer negociar de tú a tú con un parlamento en un Estado de Derecho, negándole la representatividad que tiene, nos guste o no nos guste. Se vieron y vivieron escenas bochornosas porque la policía... Porque no hubo policía, díganse las cosas por su nombre. Si la hubo, llegó tarde y actuó mal.

Llovieron las críticas por algo tan evidente. A los nuevos jefes de la policía, esas críticas les llegaron al corazón. Al Gobierno, también, y ese mismo día se dio la orden de actuar sin remilgos contra los indignaos, con aparato y publicidad, para compensar y marcar paquete delante de la opinión pública.

Los indignaos, que viven en Babia, se autoinculpan del delito contra las instituciones del Estado (de tres a cinco años de prisión), creyendo que así la liarán gorda y provocarán un alzamiento popular. En fin, allá cada uno con sus estrategias políticas y su vocación martiriológica, pero obran así cuando la policía corre a la búsqueda y captura del indignao y le tiene ganas.

De todos modos, la autoimputación no es tan sencilla, pues los que se acusan a sí mismos, una vez detenidos, son fotografiados, para ver si existe alguna imagen que demuestre que estaban a las puertas del Parlamento coaccionando a los parlamentarios. Si no hay pruebas o evidencias, la confesión podría considerarse una estrategia para saturar la Audiencia Nacional de indignaos que reclaman ser presos, y el juez podría no tomarla en consideración.

Dicho esto, vayamos a los hechos. El pasado día 6, un jueves, seis indignaos fueron a la Ciudad de la Justicia, donde los tribunales, a entregarse, acusándose a sí mismos de coaccionar a los parlamentarios catalanes. El juez de guardia les tomó declaración y mandó recado a la Audiencia Nacional (que es la que juzga los delitos contra las instituciones del Estado) para ver qué hacía con los indignaos.

Poco después, la Ciudad de la Justicia fue tomada por la Brigada Móvil. Cincuenta policías, equipados de los pies a la cabeza como si fueran de picnic a Afganistán, irrumpieron en la cafetería, donde los indignaos tomaban un café esperando a que el juez les dijera qué hacer a continuación. Durante horas, nadie pudo ni salir ni entrar de la Ciudad de la Justicia, y el caso fue el recochineo de la prensa nacional.

Los mossos se excusaron diciendo que obedecieron órdenes directas de la Audiencia Nacional, pero la Audiencia Nacional dice ahora que sólo les dio la orden de tomar declaración a los indignaos. Como además los mossos no pueden irrumpir en la Ciudad de la Justicia sin orden expresa de la juez decana de Barcelona y ésta no la dio nunca... De hecho, estaba en la cafetería (comiendo) cuando entró la Brigada Móvil en pie de guerra y se cabreó como una mona cuando vio que la policía había hecho caso omiso del procedimiento de la Ley de Enjuiciamiento Criminal.

Copiaré en los comentarios de esta anotación la condena del Tribunal Supremo de Justicia de Cataluña. El conseller Puig, de Interior, guarda silencio, porque callado está más guapo en esta ocasión. Un director general de la policía admitió (a regañadientes) que hubo descoordinación. Los mossos que declaran en la prensa hablan de un golpe muy duro y de acusaciones muy graves. Reconocen que metieron la pata, les cuesta reconocer que hicieron el ridículo. Con un par de agentes de paisano a la salida del juzgado, dicen, habríamos tenido más que suficiente.

1 comentario:

  1. He aquí la declaración del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña:

    «La Sala de Gobierno condena la decisión de los mandos de los Mossos d’Esquadra de irrumpir en un edificio judicial, para detener a un grupo de personas que voluntariamente se había presentado en el juzgado de Instrucción de Guardia de Barcelona.»

    »El comportamiento de los mandos policiales responsables de esta incalificable operación solo puede entenderse desde el más absoluto desprecio a los derechos individuales de los ciudadanos y el respeto que merecen los tribunales de justicia como garantes de estos derechos, responsabilidades éstas que por su extrema gravedad deben depurarse.»

    »Conforme a los artículos 547 y 564 de la LECriminal se exige que antes de desplegar el operativo policial, los mandos respectivos recaben autorización a la Jueza Decana de Barcelona para entrar en el edificio judicial con el fin de detener a los imputados que se encontraban en las instalaciones de la Ciudad de la Justicia. La actuación policial fue manifiestamente desproporcionada, constituyendo un claro abuso en el ejercicio de la fuerza.»

    »Lo más grave de estos acontecimientos es que los seis detenidos se habían puesto a disposición del Juzgado de Guardia y esperaban la decisión judicial sobre su situación, por lo que la detención fue absolutamente innecesaria para la práctica de las diligencias policiales o judiciales.»

    »Barcelona, 10 d’octubre de 2011»

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