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Viaje a Rusia

Editorial Minúscula edita una magnífica colección de libros de viajes... o quizá tendría que decir de libros de viajeros... una colección, decía, a la que vale la pena echar un vistazo. El Viaje a Rusia, de Joseph Roth, traducido por Pedro Madrigal y siguiendo la edición de Klaus Westermann, que también escribe un posfacio interesante, es uno de esos títulos que mi mano atrapa sólo verlo.

Roth, es decir, Joseph Roth, fue un gran periodista. Sus artículos tenían un tono literario que todavía nos asombra, y una intuición política y social aguda, afiladísima. En 1926, el Frankfurter Zeitung le propuso viajar a Rusia, la Rusia bolchevique, a cambio de una serie de artículos. Roth aceptó, y se lanzó a la aventura.

Los que conocen a Roth, dicen que ese viaje marcó un antes y un después. Fue recibido como un amigo del socialismo revolucionario por las autoridades; al despedirse, ya había sido declarado enemigo del pueblo, aunque no marchó por eso, sino por una minuta de gastos de viaje demasiado elevada. Por lo visto, Roth hacía muchas preguntas incómodas y decía en voz alta lo que más le hubiera valido callar.

Roth dijo que había entrado en Rusia con el alma bolchevique, y que había salido de ella monárquico. Walter Benjamin, que coincidió con Roth en Moscú y se entrevistó con él, dijo que era uno más de los rojo-rosados, gente de izquierdas cargada de ideas infantiles sobre la política y el mundo que visitaba la Rusia bolchevique sin atender a la realidad. Quién sabe. Creo que podría acusarse a Roth de utopía política, pero no de prescindir de la realidad, sobre la que siempre trabajó como periodista o escritor, siempre tan próximo a la gente sencilla que uno encuentra por la calle.

El Viaje a Rusia puede leerse como la historia de una desilusión, pero no como un ataque. Esperaba una cosa, encuentra otra; se felicita por algunos éxitos, se lamenta por algunos resultados, observa los problemas a los que se enfrenta el nuevo régimen y se pregunta... En fin, que Viaje a Rusia reúne algunos comentarios que podríamos llamar políticos y otros típicos de un viajero en tierra extraña. Los dos son muy interesantes y todavía hoy nos dan mucho en qué pensar.

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