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La polisterna de Isona

Digo polisterna de Isona, pero lo mejor será dejar su nombre científico, en latín, Polysternon Isonae, que igual no es polisterna, sino quién sabe qué. La cuestión es que de polisternas sólo se habían recuperado trocitos y sólo se conocían dos, como mucho tres, especies: Polysternon Provinciale, Polysternon Atlanticum y la posible Polysternum Mechinorum. Y ahora, una más, la de Isona.

La polisterna de Isona era una tortuga de agua dulce, un bicho de medio metro de largo y dos palmos de ancho, con el caparazón ligeramente ovalado. La gracia de todo este asunto es que la polisterna de Isona vivió hace sesenta y cinco millones de años, año arriba o abajo. Ésos son muchos años. La polisterna de Isona veía pasar a los dinosaurios camino de la oficina, mientras se mecía en las frescas aguas del río donde vivía, y la imagino preguntando a qué tanta prisa, chicos, si nos vamos a extinguir en un pispás.

Lo que queda de la paciente polisterna de Isona es un fósil que desenterraron entre 2008 y 2009 en el barranco de Torrebilles, que está tocando a Isona y a Conca Dellà. Un señor fósil. Nada más y nada menos que el caparazón entero. Los seis científicos que han dado con la tortuga, la han identificado como polisterna y han definido la nueva especie Isonae (de Isona) son del Instituto Catalán de Paleontología Miquel Crusafont, de la Universidad Autónoma de Barcelona y del Museo de la Conca Dellà, que es una zona riquísima en fósiles. Los seis paleontólogos firman orgullosísimos, y con razón, un artículo en Cretaceous Research, la prestigiosa revista de paleontología, presentando en sociedad a la tortuga catalana del Cretácico.

Han dado con el fósil en la cuenca de Tremp, en medio de los Pirineos, pero la tortuga polisterna de Isona vivía en un clima tropical, en una llanura llena de palmeras, manglares, flores de colores, cocodrilos y demás bichos que hoy son tan caros de ver en la zona.

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