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¡Ni se nos pasa por la cabeza!

El Gobierno de España ha decidido que las Comunidades Autónomas, para ponerse las pilas en eso del gastar menos (y mejor), pueden, si lo desean, prescindir de las televisiones públicas que ellas mismas han creado. Pueden simplemente cerrarlas, pueden venderlas o alquilarlas a una empresa (privatizarlas, si quiere decirse así) o pueden seguir manteniéndolas, pero en este caso, atención, no podrán tener un déficit presupuestario. El detalle del déficit es importante: las televisiones autonómicas españolas en su conjunto tienen un déficit superior a los 1.200 millones de euros anuales, y esta sangría permite mantener una audiencia media del 1%. ¡Qué negocio!

La televisión autonómica más cara, que más gasta y más pierde es la catalana. Sin entrar en el detalle de las cifras (que publican los periódicos muy a menudo), ella sola supone una cuarta parte de lo que se gastan las Comunidades Autónomas españolas en televisión pública. Le sigue la televisión autonómica vasca que, más o menos, cuesta la mitad. La tercera es la televisión autonómica madrileña, que cuesta cerca de la mitad de lo que cuesta la vasca. Detrás, todas las demás televisiones, que cuestan mucho menos.

Un periodista le preguntó ayer al señor Homs, portavoz del Gobierno de la Generalidad de Cataluña, ése que cuando habla imita a su jefe, Mas, si pensaba privatizar TV-3, la tele catalana. El señor Homs dio un respingo y exclamó: Ni s'ens ha passat pel cap, això! Es decir, que ni se les ha pasado por la cabeza, qué barbaridad, pero ¿qué dice? Anda allá, privatizar TV-3...

El señor Homs, superado el susto, ha explicado por qué el Gobierno de la Generalidad de Cataluña no piensa privatizar TV-3, ni ahora ni nunca. Expondremos sus razones, tal como las expuso ayer. Y las contestaremos.

La primera razón es un principio metafísico de la política de extrema derecha económica del gobierno de CiU: Los medios de comunicación públicos tienen que continuar siendo públicos, afirmó con rotundidad el señor Homs.

En cambio, fíjense, no ocurre lo mismo con los hospitales, las escuelas, los servicios y ayudas sociales o la justicia, pongamos por caso, que el mismo señor Homs, anteayer, sin ir más lejos, propuso privatizar para redefinir un nuevo modelo de Estado del Bienestar (sic). Dijera lo que dijera el señor Homs, por las obras los conoceréis y las obras del actual gobierno no parecen muy interesadas en mantener un modelo de gestión pública de los servicios que ofrecen a los ciudadanos, sino que prefieren que quede todo en manos de los amigos de los amigos, comisión mediante. Todo excepto la televisión, naturalmente.

La segunda razón en contra de privatizar TV-3 que esgrimió el señor Homs es la siguiente: Los medios de comunicación públicos catalanes ofrecen un servicio muy singularizado, porque son un instrumento de defensa del catalán, algo que ya de por si justificaría su condición de públicos.

Pues la 8, que es del Grupo Godó (un amigo de un amigo, fíjese), es una cadena privada catalana y emite en catalán. Para que la televisión emita en catalán no hace falta que sea pública. Es tan fácil como ofrecer la concesión de un canal de televisión a una empresa con una o más condiciones, y una de ellas puede ser que el nuevo canal de televisión emita en catalán. Si no, adiós concesión. Fácil. ¿Qué lo impide? Muchos años ha, es cierto, TV-3 ayudó a normalizar el catalán en Cataluña, pero ahora no hace falta gastar casi cuatrocientos millones de euros al año en eso, ni en tantas otras cosas.

En primer lugar, porque la audiencia ha bajado en picado con la TDT y más que bajará. El modelo de la televisión pública catalana ya es demodé, y su audiencia, que llegó a ser del 50%, ahora no llega al 14%. En segundo lugar, hoy los niños son educados en catalán, y sumamos así más de una generación de catalanes que han sido educados en catalán. Si los catalanes no hablan catalán no es porque no sepan hablarlo, sino porque no quieren hablarlo (a las encuestas me remito), y ésa, lo siento, guste o no guste, es una elección libre de cada cual. Mejor destinar todos esos millones a mantener a pleno rendimiento uno o dos hospitales como el de Vall d'Hebron. Salvará usted cientos de vidas al año y se sentirá mejor.

La tercera razón del señor Homs sí que es metafísica, pero metafísica de verdad, y además, hegeliana, lo que es peor. Pero es que, además, [tantos canales de la Televisión de Cataluña] prestan un servicio público en un panorama de una nación que no tiene estado propio y, por tanto, que requiere de medios potentes en favor de todos los catalanes, explicó.

Yo prefiero que haga otras cosas en favor de todos los catalanes, señor Homs. Hospitales, por ejemplo. Quien dice hospitales, dice escuelas para los niños, ayudas para las personas dependientes, programas para salvar a familias enteras de la miseria, etcétera. ¡Eso sí que sería hacer cosas en favor de los catalanes! Lo demás es un empacho de Hegel mal digerido, y cabe responder con las palabras sensatas de un hegeliano, Engels, que en un momento de lucidez dijo: No te preocupes por el abuso de una nación sobre otra nación, sino en el abuso que hace un hombre de otro hombre.

Pero ¡quiá, Engels! A las palabras del señor Homs me remito, TV-3 es un artefacto de construcción del Espíritu Nacional y por eso volvió a subrayar lo siguiente: En todo caso, quiero dejar claro de forma inequívoca y nítida, que los medios públicos catalanes tienen que seguir siendo públicos.

Una pena, porque con el mismo convencimiento, repito, podría hablar de nuestros hospitales, escuelas y demás. ¡Ojalá! Aquí hay gato encerrado, algo huele a podrido en Dinamarca, apesta y a nadie parece importarle.

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