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Remordimientos y banalidades (II)


Adolf Eichmann era austríaco. Pertenecía a una agrupación de extrema derecha de antiguos combatientes y tenía experiencia en organización industrial. Se apuntó a las SS para hacer carrera (sic). En 1934, había trabajado en la administración de Dachau. En 1938, ya era un tipo importante en la organización: había ayudado a organizar los Servicios de Seguridad de las SS en Austria y se había convertido en un funcionario de la Oficina Central para la Emigración Judía, que pronto hizo suya. Entonces, la emigración judía era el eufemismo que ocultaba los planes para hacer desaparecer los judíos de Europa.

Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, Eichmann era ya Hauptsturmführer de las SS (capitán) y trabajaba en la RSHA (Reichssicherheitshauptamt o Oficina Central de Seguridad del Reich). Pronto sería el jefe de la RSHA Referat IV B4 (Subdepartamento IV-B4 de la RSHA), es decir, la unidad encargada de los asuntos judíos y de su evacuación. Siguen los eufemismos. En 1940 ya era Sturmbannführer de las SS (comandante); pocos meses después, Obersturmbannführer de las SS (teniente coronel).

En otoño de 1941, su jefe, Heydrich (el Carnicero) ya le dijo que el objetivo de la RSHA Referat IV B4 no era expulsar a los judíos, sino eliminarlos. Matarlos, a todos. En 1942, Heydrich convocó la Conferencia de Wannsee, una reunión de miembros de las SS, políticos, empresarios y militares que discutieron los aspectos prácticos de la Solución Final, el genocidio. Eichmann fue el secretario de la reunión y salió de ella como Administrador del Transporte de la Solución Final de la Cuestión Judía. Es decir, Eichmann organizaría el transporte y almacenamiento de los judios necesario para echarlos de su casa y llevarlos a las cámaras de gas en Polonia.

Aunque el III Reich era un pozo de corrupción, ineptitud e ineficiencia monumental, hasta límites difícilmente imaginables, la capacidad administrativa de Eichmann hizo posible que se transportaran millones de judíos de su casa hasta uno de los varios campos de exterminio. Fue un esfuerzo logístico desproporcionado y criminal. Desproporcionado, porque el servicio ferroviario alemán, ocupado como estaba con la Solución Final, no pudo satisfacer las necesidades logísticas del ejército en tiempos de guerra; criminal, porque aquellos trenes se destinaban al exterminio de millones de seres humanos inocentes.

Además, Eichmann estuvo implicado en más aspectos de la Solución Final: trabajó en el Museo de la Cuestión Judía; contempló las ejecuciones masivas en Rusia y propuso alternativas más económicas (sobre el tipo de munición empleada, por ejemplo); estudió de cerca los autobuses de la muerte y colaboró en la selección del Zyklon B (el compuesto principal de un insecticida) como gas genocida; ayudó a diseñar los campos de exterminio; distribuyó los guetos polacos cerca de los nudos ferroviarios, para facilitar su evacuación; negoció con los aliados el (fracasado) plan de conseguir camiones y material de guerra a cambio de judíos, con la promesa de que ese material sólo se emplearía contra los eslavos (i.e., los rusos); se encargó personalmente de la Solución Final en Hungría, los últimos meses de la guerra, siendo responsable directo de la ejecución de casi medio millón de húngaros; etc.

Eichmann informó a sus superiores que, gracias a su organización, a principios de 1945 se habían eliminado cuatro millones de judíos en instalaciones fijas (campos de exterminio) y dos millones más in situ (Einsatzgruppen y guetos). El balance de su trabajo era positivo, pues antes de la guerra vivían en Europa once millones de judíos y la Solución Final que él había organizado se había aplicado sólo durante dos años, aproximadamente.

Pero el fin estaba tan cerca que Eichmann recibió la orden personal de Himmler de detener la Solución Final y procurar que desaparecieran todas las pruebas, mientras él negociaba con los Aliados (separadamente) una paz que le permitiera seguir combatiendo a los rusos. Pero él, Eichmann, siguió en Hungría, ejecutando judíos, pese a las órdenes recibidas.

Los rusos entraron en Hungría, como una tromba. Cuando le tocó hacer de soldado y luchar en el frente, Eichmann... desapareció.

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