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Con estos amigos...



No citaré nombres o apellidos, pero todos sabrán de quién hablo.

Se mete en política para ser elegido concejal y más tarde, alcalde de su pueblo. Hasta ahora ha sido maestro de escuela. En éstas, el presidente de su Comunidad Autónoma lo llama para ser consejero de Gobernación y Administraciones Públicas, ni más ni menos. Durante su mandato, firma las dos leyes más importantes de su gobierno, a decir del propio gobierno. Una permite que el gobierno de la Comunidad Autónoma convoque consultas populares con el permiso del Gobierno de España. Qué novedad. La otra divide el territorio en partes que no coinciden con las diputaciones provinciales, por lo que no es posible aplicarla, al existir una ley de mayor rango que lo impide. Ambas leyes protagonizan el debate político de la Comunidad Autónoma durante meses, hasta provocar hastío. Mientras tanto, el país se precipita de cabeza al abismo de una crisis económica y social tremebunda, de ésas que lleva tiempo cociéndose sin que nadie le preste atención. La olla revienta y la crisis salpica a todo el mundo.

La coalición en el gobierno pierde las elecciones y el maestro de escuela regresa a su pueblo. Pero ya no ejerce de maestro y vive prácticamente retirado de la política. Sólo aparece en algunos actos de su partido, donde ya no destaca para nada. Parece que ejerce la política con desgana. Cobra el sueldo de retiro de consejero, poco más de dos mil euros brutos al mes, que se le acabarán de aquí a poco. ¿Qué piensa hacer ahora? ¿A qué se ha dedicado durante los dos años que lleva sin trabajar?

Al contrabando de tabaco. Es pillado in fraganti por la policía autonómica y la Guardia Civil. En dos meses, ha importado ilegalmente 300.000 euros en tabaco. Según las pruebas existentes, era un tipo importante en la banda de los contrabandistas, almacenaba tabaco en su casa y resolvía los pagos en su garaje. ¡Qué escándalo!

A la vista de esta noticia, uno se pregunta quién nos manda y adónde iremos a parar. Pero ¿qué tiene de extraordinario un contrabandista de tabaco? A ver, visto lo visto...

El padre del actual presidente de esa Comunidad Autónoma evadió 800.000 euros a Hacienda a través de una empresa fantasma afincada en Luxemburgo, pero el hijo no sabía nada; el principal socio político del hijo ha sido acusado de ir de putas y favorecer con cargos públicos a sus amantes; el acusador, a su vez, había sido nombrado miembro del Consejo General del Poder Judicial por el acusado, que lo pescó para el cargo cuando el Colegio de Notarios le había abierto un expediente por falsedad documental o algo parecido, con la intención de expulsarlo; uno de los antecesores en la presidencia de la Comunidad Autónoma se vio envuelto en un escándalo financiero que, a día de hoy, sólo puede compararse con el caso Bankia, pero se libró de una buena; otro de los antecesores, acusó públicamente al gobierno anterior de cobrar regularmente comisiones bajo mano por valor de un 3%, pero se negó a investigarlas, pecando de omisión; un diputado era íntimo amigo de un capo de la mafia rusa en España y le ayudaba en sus negocios; una consejera del gobierno falseó su currículum asegurando que era licenciada, cuando no acabó la carrera y sólo hay que verla para saber por qué; varios miembros del ilustre parlamento dan alas al racismo cada vez que abren la boca delante del público; no hablemos de la podredumbre que se ve a simple vista en la gestión de la sanidad pública; unos cuantos diputados, de toda tendencia, son sospechosos de cohecho, apropiación indebida, falsedad documental, incompatibilidad con el cargo y un largo etcétera de actividades que, cuando no son ilícitas, son éticamente reprobables. Los partidos políticos, además, cobran mucho dinero que no se sabe de dónde viene (bueno, sí que se sabe) a través de fundaciones con finalidades poco claras y chanchullos diversos, y deben un montón de millones a los bancos, que éstos nunca pasan a cobrar. A usted le echarán a la calle por unos miles de euros, pero a éstos les perdonarán millones.

Lo dicho: un contrabandista de tabaco es pintoresco, pero no sorprende, con semejantes amigos.

Visto el percal, no es extraño que en la última encuesta del Centro de Estudios de Opinión de la Generalidad de Cataluña, haya datos que ponen los pelos de punta. Son tan preocupantes y muestran una situación tan grave que me cuesta digerir por qué casi nadie habla de ellos.

Después del paro y la crisis económica, los políticos son el tercer problema que más agobia a los catalanes, según ellos mismos. Corruptos, liantes, alejados de los problemas de los ciudadanos, sólo cuidan por sus propios intereses y no se preocupan por nada más. Eso piensa prácticamente el 80% de los catalanes, a la encuesta me remito.

No es de extrañar que tres de cada cuatro catalanes no estén satisfechos con la democracia de la que disfrutan y que, entre una cosa y la otra, no sientan ningún interés ni por la política ni por los políticos o dependan de la televisión (simplista, populista y manipulada) para informarse sobre política. El catalán medio no ve más allá del tópico en política. Quien dice el catalán medio, dice el español de a pie. El sentido crítico y el compromiso político son rara auis entre los ciudadanos de este país. El fanatismo, en cambio, es frecuente.

Si esto no es un problema, uno de muy gordo, no sé qué lo será.

Ésta es, en mi particular y sincera opinión, la crisis más grave que sufrimos, la madre de todas las crisis. Nuestra imperfecta democracia podría funcionar (mucho) mejor si nos diera la real gana. Es una cuestión de voluntad y actitud. Pero la mediocridad nos abruma, el ruido ensordece, se queman fuegos de artificio para despistar y no nos importa.

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