Sus señorías, parlamentarios del montón, no saben lo que tienen entre manos. Aquí, un botón vota que sí; al lado, otro vota que no; existe un botón para abstenerse (qué cosas). Sólo les queda atender a lo que diga el jefe de filas, que alza la mano y levanta uno, dos o tres dedos, queriendo decir apretad todos el botón uno, dos o tres, ordeno y mando. Es un mecanismo simple, diseñado para no distraer a sus señorías del mucho trabajo que se les echa encima. Sin embargo, que sea simple no quiere decir que esté libre de errores.
El otro día, se propuso una moción para que el Gobierno de España defendiera en Bruselas que la vía del ferrocarril de ancho europeo pasara no por un lado o por el otro de los Pirineos, sino que la atravesara por en medio, así, a la brava, que para machotes, menda. El sentido común indica que es mucho más interesante conectar los puertos mediterráneos (Génova, Marsella, Barcelona, Tarragona, Valencia, etc.) a la red europea de transporte, por ejemplo. Pero, a efectos prácticos, la moción ni molesta ni impide el desarrollo previsto de la política de transporte ferroviario europea.
Votaron a favor de atravesar los Pirineos por en medio el partido aragonesista, el popular y el socialista. En contra, los demás, excepto ERC, que se abstuvo. ¿Los socialistas...?
¿Saben lo que ocurrió? Que se equivocaron de botón. El verde; no, el rojo; el verde... Ay, no me acuerdo. ¡El verde! Y era el rojo, o viceversa.
Que se equivoquen me parece mal, pero errar es humano. Que reconozcan el error en público y pidan disculpas es lo menos que podría esperarse. Una bronca en público de algún responsable, también. Alguna destitución... Pero ¿saben cómo pidieron disculpas? Uno de los diputados echó mano del twiter y dijo que lo sentía mucho, que se habían equivocado y que no lo volverían a hacer. Eso es todo, amigos. Pelillos a la mar.
Otro síntoma, uno más, de la causa prima de nuestra grave crisis, que somos, éramos y vamos a seguir siendo un país de pandereta.
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