Este verano han vuelto a cerrarse quirófanos y tres mil quinientas camas en los hospitales catalanes. El verano era una oportunidad única para ganarle el pulso a las listas de espera, pero ya no es así. La sanidad pública catalana se resiente de una gestión corrupta y nefasta, que no se ha basado en criterios médicos o sociales, sino en las ganas que tiene el Gobierno de los Mejores de convertirla en un merendero de empresas privadas. La parte más molesta del asunto, el público, es el que acaba pagando el pato... y los medicamentos.
El doble copago en Cataluña, que suma una tasa administrativa de la Generalidad de Cataluña al tanto por ciento que va para la Seguridad Social española, ya duele, pero algunos doctores han retirado medicamentos a sus pacientes por razones presupuestarias. A veces, porque el medicamento en cuestión ya no está cubierto por la Seguridad Social y el paciente tiene que comprarlo él, si lo necesita; a veces, porque no hacía falta, también es verdad; pero en ambos casos, porque no había dinero.
El Director Adjunto de Asuntos Asistenciales del Instituto Catalán de la Salud, don Jaume Benavent, ha escrito una carta a los médicos para que traten con delicadeza (sic) este asunto. Siempre es bueno ser atento y amable con los pacientes, es verdad, pero las verdaderas intenciones del señor Benavent son otras. Dice, y copio, que en ningún caso el procedimiento a seguir es una notificación por carta y menos vinculando la decisión a directrices del Departamento y restricciones presupuestarias. Luego añade que se trata de evitar una alarma social.
Nada por escrito, dice, que no queden pistas ni rastro de la decisión. Si se le cambia la medicación a un paciente porque no llega el dinero, se le llama a consulta y se le dice a viva voz. Que quede claro que no se le retira la medicación porque no hay dinero, sino que se le explica que es una iniciativa de racionalización del gasto farmacéutico (sic). Sobre todo, que no se alarme, por favor.
Pues, me imagino yo la cara del paciente cuando el médico le dice que le retiran una pastilla por una iniciativa de racionalización del gasto farmacéutico.
Los grupos parlamentarios de la oposición han puesto el grito en el cielo, porque la carta del señor Benavent les parece una orden de silencio. Además, añaden, la política farmacéutica de la sanidad pública en vez de explicarse, se oculta, tanto a los médicos como a los pacientes. Eso de que no quede nada por escrito... Algo de razón tienen.
Pero no se trata de ninguna sorpresa. La política de don Baudilio, a. Bío Ruiz, ha sido siempre la de ocultar sus verdaderas intenciones. Donde necesitamos que se diga todo y no se oculte nada, él calla.
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