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Soluciones contra la crisis



La crisis afecta a todo el mundo, pero a nosotros, más, me dijo un indígena. Por lo visto, el Ayuntamiento de Sitges tiene deudas hasta las orejas y gasta muchísimo más de lo que tiene. Crecen las tasas e impuestos, se venden concejalías, pero la caja sigue dando pena. A decir de los propios suburenses, la cosa está muy mal.

Ah, el pesimismo suburense... No hay suburense digno de tal nombre que no se queje por esto, por aquello o por lo contrario, porque la cuestión es quejarse. Si hay poco, porque no hay; si hay mucho, porque es demasiado; si alto, mejor bajo; si bajo, mejor más arriba; así siempre.

Pero, a la chita callando, el suburense es capaz de actos nobilísimos. Véase la fotografía, que podría haberse hecho en cualquier rincón de la villa, y explíquese.

El Ayuntamiento de Sitges, cuando todos se quejaban de tanto dinero como tenían para gestionar, inauguró un sistema de tratamiento de residuos que era para verlo. Contenedores subterráneos, hábilmente enterrados y disimulados, eran el depósito de las inmundicias indígenas. Un cajón de acero inoxidable, brillante como un espejo, sustituía a los engorrosos, feos y malolientes contenedores de plástico.

De repente, se hizo la luz en la caja del erario municipal, y descubrióse vacía. Todos comenzaron a quejarse del poco dinero que les quedaba y no fueron pocos los problemas que afrontar sin medios para ello. Entre ellos, el de los residuos.

Los indígenas, todos a una, pusieron manos a la obra y se esforzaron en ayudar a los munícipes. De un día al siguiente, dejaron de utilizar los modernísimos sistemas de tratamiento de residuos y se pasaron de nuevo a la recogida de basuras. Limpiar esos contenedores subterráneos y mantener esos camiones especiales que los vaciaban costaba una burrada al Ayuntamiento; en cambio, depositar la basura a la vista de todo el mundo facilita muchísimo la tarea de dar con ella y simplifica las tareas de mantenimiento del servicio público.

Cualquier visitante podrá observar que los indígenas, con un espíritu cívico que envidiamos, facilitan las labores de los munícipes en tiempos difíciles y dejan la mierda que se vea. Son pequeños gestos, pero grandes gestas.

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