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Oferta de empleo

El mercado de trabajo está fatal, pero de vez en cuando salen ofertas que son verdaderos caramelos. La última, por ejemplo, es la oferta de Cheuk Nang Holdings. Su propietario, un multimillonario de Hong Kong, el señor don Cecil Chao, ofrece algo más de cincuenta millones de euros y un cargo directivo en su empresa. El candidato, eso sí, tiene que ser (cito) generoso y de buen corazón. Lo demás, no importa, mientras el candidato logre enamorar a la hija del señor Chao, Gigi Chao, y casarse con ella. Tal cual.


Aquí hay gato encerrado, exclama uno, y vaya gato. La señorita Chao, Gigi, es arquitecta por la Universidad de Manchester y ha vivido muchos años en Europa. Tiene mundo, es guapa, bonita e inteligente. Suma treinta y tres años y ya es una alta directiva en la empresa de papá, que gana más dinero que pesa. La oferta mejora por momentos, pero sigue sin asomar el gato.

Lo que asoma es la competencia. La señorita Chao, Gigi, no se siente ofendida por la oferta de su papá, sino más bien divertida, aunque la oferta de su papá haya provocado que muchísima gente quiera declararse amigo de la dama en su cuenta de feisbuc (pronúnciese facebook) o charlar con ella en el tuiter (pronúnciese a discreción). Recibe proposiciones de banqueros, sinvergüenzas o solterones de los cinco continentes; le envían fotografías, unas decentes y otras, la verdad, como para echarse hacia atrás; le ofrecen amor, amistad, comprensión y también habilidades sexuales que jamás hubiéramos sospechado en los seres humanos.

El gato asoma cuando conocemos la biografía de Gigi Chao, que se ha cepillado a todo lo que se le ha puesto por delante y que al final ha sentado cabeza casándose por lo civil con su novia de toda la vida el pasado mes de abril, en París. Han leído bien, su novia, porque Gigi, antes señorita Chao, aunque ha probado aquí y allá, se ha manifestado finalmente lesbiana y dice que no concibe a nadie mejor que su mujer para compartir el resto de sus días.

El anuncio ha dejado desolada a la mamá de Gigi y su papá, don Cecil, anuncia a los cuatro vientos que la boda de su hija en París ha sido una fantochada, una travesura, una tontería que no tiene validez alguna, y para recuperarla ofrece esos cincuenta y tantos millones de euros y un puesto en la empresa, para ir tirando.

Los periódicos anuncian tan singular oferta, cómo no, pero en Hong Kong también se debate sobre la homosexualidad, que es tabú en China. El caso de la señorita, antes señorita, perdón, Chao traerá cola en Asia y una decepción en mi campaña de promoción personal y profesional. Lástima.

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