El circo de la Fórmula 1 puede resultar obsceno. Soy el primero en reconocer que el Gran Premio de la India es un ejemplo de obscenidad. El lujo que rodea la Fórmula 1 entre barracas y miseria ofrece un contraste que pone los pelos de punta. La India es la potencia mundial del futuro, dicen, pero el espectáculo de los ricos jugando a carreras de coches entre los pobres es espeluznante.
Con todo, era una carrera muy importante. Ganó Vettel, el primer piloto de Red Bull, pero Alonso, el primer piloto de Ferrari, llegó el segundo después de haber hecho un carrerón de primera clase. Parece que el Ferrari se comporta muy bien en carrera, que no está todo perdido, aunque todavía no llegue a tanto como llega el Red Bull. Si me preguntan, diré que me siento pesimista. Ahora mismo no creo que Ferrari pueda llevarse el Campeonato de Pilotos, aunque todo podría ser. Pero se dice lo que digo siempre: a pasarlo bien, caramba.
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