La editorial Feltrinelli publicó Sostiene Pereira en 1994. Antonio Tabucchi, el autor, la había terminado de escribir el 25 de agosto de 1993, tras dos meses de mecanografía que se venían cociendo desde septiembre de 1992. Así lo cuenta el propio Tabucchi, diciendo que conoció a Pereira tal día y explicando de dónde le vino la idea de la novela.
La novela tuvo mucho éxito y pronto se convirtió en una película en 1996, protagonizada por Marcello Mastroiani, un magnífico Pereira. Aunque prefiera la novela, la interpretación de Mastroiani está a la altura del personaje, que es tanto como decir que está a muy gran altura. Lean primero la novela, les digo, pero no soy exigente sobre este punto.
El personaje protagonista de Sostiene Pereira, Pereira, el periodista que se encarga de la sección cultural del diario Lisboa en 1938, mientras se asienta la dictadura de Salazar, Europa se ve amenazada por los fascismos y la Guerra Civil sangra España, Pereira, decía, es uno de esos personajes literarios que merecen un aplauso, vítores y felicitaciones. Cómo un hombre gris, aburrido y triste despierta a la vida, cómo toma conciencia del mundo en que vive y en el que se había negado a vivir, cómo reacciona ante ello, cómo, en fin, asienta firmemente el relato sobre sus espaldas.
Los críticos italianos dicen que Sostiene Pereira es una novela cívica. Me gusta la expresión, cívica. En Italia existe una idea sobre la función política de la literatura que aquí no existe, o creo yo que no se da, donde un escritor toma partido por las libertades cívicas y se rebela contra la corrupción o la tiranía. La pluma (el procesador de textos, si lo prefieren) contra la espada; la mirada culta y razonable contra los salvapatrias y los mafiosos.
Quizá exista esa tradición porque Italia tuvo que inventarse y sigue inventándose, y las personas leídas son conscientes de la fragilidad de las democracias y la necesidad de cimentarlas sólidamente, algo que aquí no parece ser asunto de interés. También existe una literatura nacional (las naciones no existen por ellas mismas, se construyen ideológicamente mediante narraciones) y una literatura fascista (una literatura nacional más desquiciada y obsesiva), y en ambos casos se dan escritores de mucho mérito. Pero, insisto, la literatura cívica italiana del siglo XX es un género muy peculiar y envidiable.
Dicho esto, es muy fácil, facilísimo, que el escritor que se atreva a tanto caiga en el panfleto propagandístico; es decir, en la mala literatura. Por eso tiene tanto mérito una novela como la de Tabucchi. Porque es, queridos lectores, Literatura con mayúsculas. Si quieren, dejen a un lado su lectura política y léanla como si fuera lo que es, simplemente la historia de un pobre hombre. ¡Es una obra excepcionalmente buena! ¡Léanla! Háganlo y disfruten. Les advierto: su inicio es lento y pausado, como Pereira, pero se va animando lentamente y no se sabe cómo uno se encuentra en un punto en que no puede dejar de leer. La técnica de Tabucchi es impecable y el resultado, un clásico.
He leído Sostiene Pereira en la edición de Universale Economica Feltrinelli; es decir, en la edición italiana de bolsillo. Agradecemos que no incluya ninguna introducción, pero sí un artículo que escribió Tabucchi en 1994 para un suplemento dominical, que se incluye después del final de la novela. Existe una buena traducción de la novela, que edita Alfaguara.
Nota: Antonio Tabucchi murió en Lisboa hace unos meses, el pasado mes de marzo. Repartía su vida entre Lisboa, de la que se había enamorado, y la Toscana, donde había nacido. Le lloran aquí y allá.
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