Aprovechando el tirón emocional del balompié y convenientemente subvencionada, la Federación Catalana de Fútbol organiza un partido entre una selección de jugadores federados en casa y otra selección de fútbol reconocida por la FIFA que acepta el dinero venga de donde venga. La intención del encuentro no es otra que la reivindicación de la plenitud nacional.
Pero ¿qué es la plenitud nacional? En el diccionario nos enfrentaremos a dos significados de plenitud. Si la plenitud significa la totalidad, integridad o cualidad de pleno de algo, la plenitud nacional será la nación toda ella, toda entera. Si plenitud significa el apogeo, el momento álgido o culminante de algo, la plenitud nacional será el no da más de la nación, el momento a partir del cual comienza a decaer.
Supongo que se reivindicará el primer significado, no el segundo, porque a nadie le gusta reivindicar que a partir de ahora todo irá cuesta abajo. Pero si es el primer caso, será una reivindicación totalitaria, por eso de la totalidad. Me cago en Hegel, y perdonen ustedes, por liarla de color pardo con tantas plenitudes.
En todo caso, sea como sea, la nación ni es toda ella en sí misma mismamente ni llega a su cénit en lo más alto de las alturas sin contar con una liga propia de fútbol profesional. Sin fútbol, olvídense de la plenitud. La plenitud pasa por el fútbol. En fin, no indagaré por qué, porque en esta clase de asuntos religiosos, manifiesto mi ignorancia y si dicen que es así, así será. No pienso discutirlo.
Acude un público numeroso, preñado de banderas, pagando. En el palco, en cambio, las autoridades van de grátis. El partido suele ser malo, pero la gente se lo pasa en grande gritando lemas reivindicativos, patrióticos y festivos, haciendo la ola y batiendo palmas. Me parece muy bien, cada uno se goza como quiere.
Pero si yo fuera un organizador de tales encuentros balompédico-patrióticos nunca, nunca jamás, invitaría a la selección de Nigeria para celebrar una fiesta así. Me parece de muy mal gusto regocijarse y refocilarse por jugar contra los representantes de un régimen repugnante. Vean por qué lo digo. Lean:
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En fin, ya les digo: yo de fútbol no entiendo y seguro que me equivoco. Si es así, perdonen.
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