Bajo el lema Anem per feina (¡Manos a la obra!), los empresarios catalanes habían organizado una jornada de afirmación unitaria de los empresarios catalanes.
La convocatoria tenía de afirmarse lo que se entiende en esgrima: ir derecho hacia el cuello del contrario con la fuerza de la unidad empresarial. Quería ser una jornada reivindicativa, querían pedir cosas. Los empresarios querían que la sociedad agradeciera su esfuerzo y lo hiciera mediante subvenciones, ayudas, créditos a bajo interés y obras públicas a destajo.
Ahora bien, uno quiere una cosa y también la contraria, y los empresarios catalanes exigen ayudas del Estado con una mano abierta mientras cierran la otra y dan de puñadas al Estado, acusándole de abusos sin cuento, echando pestes del empleado público, vago y maleante, abominando el chancro del derecho laboralista, clamando contra el horror de los impuestos, solicitando la imposición del voto censitario, denunciando la espeluznante aberración (dónde se ha visto) del salario mínimo y escandalizándose ante cualquier cosa que huela a una pérdida de privilegios largamente sostenida mediante sobornos e intrigas.
Fomento del Trabajo había escogido un día de octubre para su jornada unitaria de afirmación. Contaba con el concurso de PIMEC, los pequeños y medianos empresarios catalanes (botiguers, en catalán), con la Cámara de Comercio de Barcelona (subvencionada hasta la médula), el Instituto de la Empresa Familiar de Cataluña (la cofradía de hereus del país) y el beneplácito del Cercle d'Economia (Círculo de Economía), un grupo de gente adinerada que publica de vez en cuando un documento en el que le dice al gobierno lo que tiene o tendría que hacer.
Pero en éstas, sin pedirles permiso, el Gobierno de los Mejores había patrocinado una manifestación que se les fue de las manos. Ciento y pico mil personas simulando ser un millón fueron el acicate para que don Artur Mas, después de los dos peores años de la historia de la Generalidad de Cataluña que se recuerdan desde 1939, convocase elecciones para conseguir una mayoría excepcional y con esa mayoría aplastante y demoledora (unitaria) conseguir una cosa dicha con muchos eufemismos. En medio de esta vorágine, el acto de afirmación unitaria de los empresarios catalanes se dejó para más adelante, no fuera malinterpretado.
La habilísima maniobra política de don Artur consiguió que CiU sólo perdiera doce diputados de los sesenta y dos que tenía, que se fragmentara todavía más el mapa político catalán y que la segunda parte de su Gobierno de los Mejores prometiera ser peor que la primera, en todos los sentidos.
Mientras tanto, algunos empresarios comenzaron a espantarse con las aventuras de su socio corrupto de toda la vida, CiU. Alguno expresó en voz alta lo que pensaban muchos, que el negocio saldría perjudicado con todo este follón. ¿Qué esperaban, si no? Al Gobierno de los Mejores le escoció y le dolió que no todos los empresarios se sumaran a la histeria colectiva que se había desencadenado.
Los empresarios que fomentan la jornada de afirmación unitaria.
La jornada del 18 de octubre se dejó para el 14 de febrero. Al dejar pasar el tiempo, la jornada de afirmación unitaria de los empresarios catalanes se hace pedazos. Como novios a cara de perro por una tontería, Fomento del Trabajo tira para aquí y PIMEC para allá, y se echan las culpas del divorcio el uno al otro. Que los de Fomento son de una soberbia que tira de espaldas (cierto), que los de PIMEC son una tropa de botiguers carcas y subvencionados (a veces, cierto), que patatín que patatán. A cara de perro, ya les digo.
Los representantes de la patronal PIMEC, a cara de perro con los de Fomento.
Los del Cercle d'Economía, tan selectos ellos, no quieren mezclarse ahora con jornadas de afirmación unitarias de los empresarios catalanes, porque presumen de ser ecuánimes, neutrales y tal y antes de meterse en líos prefieren escribir ellos por su cuenta otro documento que le diga al gobierno (una vez más) lo que tiene o tendría que hacer, sin contentar a nadie y argumentando a favor de todos.
El Cercle d'Economia, presentando el enésimo documento que dice qué tiene o tendría que hacerse.
La Cámara de Comercio de Barcelona también se ha echado para atrás, aunque da igual que se echen para atrás, para delante o a un lado, porque no pintan demasiado en este asunto. La cofradía de hereus (el Instituto de la Empresa Familiar de Cataluña), mientras tanto, discute quién se queda con la herencia.
Doy fe: será un acto unitario, unitario de verdad, porque sólo irá uno.
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