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La sede de Banca Catalana del paseo de Gràcia


Logotipo de Banca Catalana, posterior al diseño del edificio.

Cuando uno se inicia en los entresijos de la Historia del Arte, tiene que dejar en casa las palabras gustar, feo y bonito. Lo digo porque diré cuatro cosas de uno de los edificios más feos del paseo de Gràcia, la antigua sede de Banca Catalana, que ahora se está remodelando para convertirla en hotel.

Fachada de la sede de Banca Catalana, casi recién inaugurada.

Como consta en el registro, en 1959, Florencio Pujol Brugat, notario, su hijo Jorge Pujol Soley y un amigo, Francisco Cabana Vancells, con la ayuda económica de personas con dinero y ganas de invertir, compraron la Banca Dorca, de Olot y se iniciaron en el mundo de las finanzas. En 1961, la sede se trasladó de Olot a Barcelona y dejó de llamarse Banca Dorca para llamarse Banca Catalana. Hicieron mucho dinero en muy poco tiempo y decidieron instalarse en el número 84 del paseo de Gràcia (entonces Gracia), la calle de los bancos. Como dice la gente chachi, era un must estar en el paseo de Gràcia.

Organizaron un concurso y lo ganaron los arquitectos Fargas y Tous, que construyeron el edificio de arriba abajo entre 1965 y 1968. El diseño mereció el aplauso de los arquitectos, pero el menosprecio del público, que lo consideró feo y feo sigue siendo para la mayoría. Pero ya he dicho que decir feo no vale.

Vamos a ponerlo en su lugar. En esos días de riqueza e inquietud cultural, los arquitectos de Barcelona estaban comenzando a revelarse geniales. Fue una pequeña edad de oro de la arquitectura y el edificio de Banca Catalana iba a seguir el camino marcado por otros dos grandes edificios, el de la Hispano Olivetti y el del Noticiero Universal que, me permito copiar, quieren contextualizar el volumen y radicalizar el empleo de la tecnología, vaya por Dios.

El señor Pujol, el hijo de don Florencio, se puso farruco delante de los arquitectos y exigió que aparecieran unos determinados símbolos en la fachada del edificio. Éstos eran dos. A saber, la bandera catalana y el pal de paller. Todos sabemos que la bandera catalana es la bandera del Reino de Aragón, amarilla, con cuatro barras coloradas que la atraviesan de lado a lado. Pero ¿qué es el pal de paller? Atención a la respuesta, porque los arquitectos la consideraron muy seriamente y la aplicaron a su diseño.

El pal de paller (palo de pajar, literalmente) es el palo o soporte alrededor o sobre el cuál se levanta un pajar o cobertizo. Podría traducirse libremente por pilar, porque cuando decimos los catalanes que tal cosa es el pal de paller de tal otra, queremos decir que tal cosa es la base, el fundamento, el eje alrededor del cuál gira tal otra. Se emplea en sentido figurado y don Jordi Pujol la empleaba y sigue empleando con mucha afición. En los años sesenta, el hijo de don Florencio quería que Banca Catalana fuera el pal de paller de las finanzas de Cataluña (y de su propio futuro político) y quería un pal de paller en la fachada del edificio, para que se viera.

Como ya he dicho, el arquitecto Josep Maria Fargas y su compañero arquitecto Enric Tous se pusieron manos a la obra y levantaron uno de los mejores y más meritorios edificios racionalistas de Barcelona... alrededor de un pal de paller. Pronto les contaré cómo.

El edificio, según un dibujo para la Enciclopèdia Catalana.
Se aprecia el encabalgamiento de vigas en la primera planta y el
pal de paller en la entrada
.

La altura libre entre techo y suelo de cada planta quería ser de dos metros y medio. Una tercera parte de esta altura son 83,3 cm. Diseñaron todo el edificio alrededor de una unidad de medida estándar, un cuadrado de 83,3 cm de lado. Todo el edificio se levanta sobre una cuadrícula imaginaria con una pauta de 83,3 cm en horizontal y en vertical. Nueve plantas y una fachada dividida en cuadrículas y sin ventanas, soportada por las vigas y pilares correspondientes, que seguían esa pauta imaginaria hasta que, oh, maravilla, al llegar a la calle sólo aparecían tres pilares de acero de tamaño ridículo.

No hace falta ser arquitecto o ingeniero para saber que esos tres pilares no pueden aguantar ni la fachada ni lo demás. El de en medio, pintado de rojo en su versión original, hacía las veces de pal de paller simbólico y visible y así se satisfacía uno de los caprichos del hijo de don Florencio. Pero el verdadero pal de paller del edificio está en su interior. Es el núcleo de comunicaciones verticales (el ascensor y las escaleras). Los arquitectos emplearon unas cerchas en la primera planta que permiten que las vigas de las nueve plantas cabalguen unas sobre otras y concentren la carga en un solo punto. Gracias a esta trampa, la planta baja, abierta al público, aparece libre de pilares y los arquitectos pueden mostrar el símbolo de la banca nacional catalana pintado de rojo en la fachada que da a la calle, un pal de paller que realmente no hace nada más que aguantarse a sí mismo (una metáfora muy interesante).

Desde el punto de vista estructural, esto es una virguería, una gran complicación resuelta con maestría, un juego malabar de hacer y deshacer de mucho ingenio. ¡Bravo!

La fachada es una fachada ventilada. No podían abrirse las ventanas que daban a la calle, todo iba por aire acondicionado. Hoy, el sistema de climatización del edificio de Banca Catalana sería considerado ineficiente, pero sus principios de funcionamiento siguen siendo válidos y muy interesantes. En ese sistema de climatización, la fachada era un elemento básico, porque por ella circula el aire de ventilación.

El edificio, hace pocos años.
Busquen las cuatro barras de la bandera catalana y el
pal de paller.

Más fachada. Siguiendo el módulo de un cuadrado de 83,3 cm de lado, se dibuja una retícula de elementos transparentes y opacos; son bandas de ventanas horizontales (de suelo a techo) que se dividen en módulos verticales. La mitad de estos módulos son de vidrio reflectante y la otra mitad, de plástico, con formas hiperboloides. El resultado es una fachada muy particular, que no tiene nada que ver con las fachadas barcelonesas de los alrededores. Los arquitectos, que hablan raro, dicen que esos módulos se agrupan aleatoriamente y añaden que el resultado es una fachada dinámica que refuerza el movimiento de las hojas de los árboles del paseo de Gràcia (sic). Lo de las hojas de los árboles lo encuentro excesivamente optimista, pero ahí queda eso.

¿Que los módulos se agrupan aleatoriamente? ¡Ja! El observador avisado descubrirá las cuatro barras de la bandera catalana formadas por módulos opacos y transparentes en medio de la fachada. Búsquenlas y las encontrarán.

Quizá vean mejor las cuatro barras de la bandera desde un poco más cerca.

Corrían los tiempos del aperturismo y del tardofranquismo, que fueron una segunda edad de oro de la burguesía catalana. Ésta comenzó a enriquecerse desmesuradamente gracias a la mano de obra inmigrante (barata y libre de derechos sindicales), un boom inmobiliario y turístico que no respetaba nada de lo que se le ponía por delante, una corrupción política y empresarial tremebunda y un clima político favorable a este proceso de desenfreno, abusos y corrupción (como vemos, la historia insiste siempre en lo mismo). La Banca Catalana sólo se explica en ese clima de enriquecimiento exponencial.

Cierto que se disfrazó o se vistió el negocio alrededor de una ideología democrática. Democrática, sí, quizá, pero conservadora, nacionalista cristiana y muy de derechas, que pretendía alejar al socialismo obrero del poder, por considerarlo malo para los negocios (propios). Con los medios financieros y los recursos del poder económico y político (la famosa societat civil), que primero fue franquista y luego demócrata de toda la vida, quién no, lo consiguió. Eso no se puede negar.

El uso de la bandera catalana en régimen de monopolio permitió disfrazar tales intenciones, porque la bandera era vista con mucha grima y recelo por los franquistas y era aplaudida por las buenas gentes, que la tomaron como símbolo de libertad y esperanza. La bandera en la fachada de la sede de Banca Catalana cumplía, pues, una función propagandística.

En resumen, la fachada del edificio es un programa político-económico de Jordi Pujol en abstracto, que pretendía hacer de su negocio el pal de paller del futuro político de Cataluña (id est, el suyo propio), y confundir una cosa con la otra.

Es muy cierto que la bandera catalana de la fachada no llamó la atención de la censura, pero añado acto seguido que pasó inadvertida ante prácticamente todo el mundo. Si nadie se fijó en la bandera, no les digo nada del pal de paller. Da lo mismo. Ese mensaje cifrado y oculto en la fachada de la sede de Banca Catalana tiene un indudable mérito y aporta una nota de humor (de reivindicación política, si lo prefieren) al conjunto. ¡Fachadas con mensajes ocultos para los no iniciados! Qué chulo.

Las obras de remodelación. Un nuevo hotel.

Hoy, el paseo de Gràcia, antiguo centro financiero de Cataluña, es ahora un parque temático lleno de comida basura, tiendas de lujo, hoteles y Gaudí. El país, por lo que se ve, ha cambiado y la sede de Banca Catalana, también. Será, dentro de poco, un hotel.

Los arquitectos Ramon Andreu y Núria Canyelles firmarán la remodelación arquitectónica del edificio. Su trabajo promete, a decir de los entendidos.

El entresuelo será un bar y un espectáculo arquitectónico, porque es donde se da el encabalgamiento de las vigas, que rara vez había sido visto por el público. Esa planta había sido empleada como almacén cuando el edificio era un edificio de oficinas y la verdad es que ese alarde estructural merece el protagonismo que ahora le dan.


Dos vistas del diseño del bar, con el intríngulis estructural del edificio bien a la vista.

El principal problema al que se enfrentan Andreu y Canyelles es la fachada. Es obligatorio que sea practicable si hablamos de un hotel o de un edificio de viviendas. Los arquitectos proponen una segunda fachada, transparente, a 83,3 cm (cómo no) de distancia de la verdadera fachada. Se habla de microperforaciones y de un respeto escrupuloso del diseño original. En todo caso, cuentan con el beneplácito del arquitecto Tous, que todavía se ríe cuando recuerda lo bien que se lo pasó diseñando el edificio.

Parece ser, según narra el arquitecto Tous, que Jordi Pujol dictó las instrucciones a través de intermediarios y que no conocía personalmente el proyecto. A la vista del resultado, la modernidad le confundió y la estética le disgustó. Se dice, y no sé si será verdad, que la familia Pujol contempló la nueva sede de Banca Catalana y después de un embarazoso silencio, exclamó que era fea de narices. Tal dice la leyenda, que no me atrevo a dar por cierta (aunque me la crea).


2 comentarios:

  1. Diego Ortega Tamayodomingo, 08 septiembre, 2013

    Hola Luis , me a gustado encontrar este articulo pues mi padre trabajó en la construcción del edificio , siendo encofrador y encargado de obra .Precisamente iba a escanear unas fotos para colgarlas en el grupo de FACEBOOK " Barcelona y sus Barrios " .Tengo alguna foto de la construcción del edificio y algunas más de la inauguración y antiguos empleados de Banca Catalana .Mi padre tuvo la suerte luego de quedarse allí trabajando en OFICIOS VARIOS , usease , de mantenimiento .Hace unos meses salió en el Periodico un articulo sobre el edificio y el arquitecto y que iban a construir un hotel respetando la fachada , pensé en mandarles las fotos pero luego no lo hice .Bueno , no te canso más , un saludo.

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  2. Sr. Ortega,

    Me alegra mucho lo que me cuenta. Aunque mi blog no tiene ningún propósito concreto, siempre son bienvenidas las felicitaciones de mis lectores.

    Si su padre fue encofrador, hizo un gran trabajo, porque el intríngulis del edificio es precisamente su estructura. Puede estar usted orgulloso de ello.

    Este edificio pasa por lo general desapercibido y es uno de los grandes edificios de los años sesenta, uno de ésos que tendrían que reivindicarse.

    Reciba un afectuoso saludo.

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