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Va de sobres


El país está sobrecogido porque acaba de rasgarse el velo: nuestros políticos estaban sobrevalorados. Decían que necesitaban un sobresueldo para sobrevivir y resulta que iban sobrados. Miel sobre hojuelas, que ensobradas las comisiones había de sobras para sobreponerse a las adversidades del porvenir, que siempre viene cargado de sobresaltos.

Así ha sido, que la crisis sobrevenida no daba para sobrajas como ésa. Por poner un ejemplo, en la patria de la sobrasada, el duque consorte había sobreactuado y ahora sobran las palabras para condenarlo. Si se empalma una cosa con la otra, sobresalen los nombres y títulos sobresalientes de personas hoy sobreimpresos en las noticias más escandalosas. Sobre este caso, otro, y otro, y la montaña de expedientes sobrepasa la capacidad de la justicia, que acude al sobreseimiento por no existir pruebas suficientes para acusar al sobretercero de la sobrepujanza ilícita de sobrestadías.

Sobreexcitados, los tertulianos de siempre ahora sobrecargan el verbo todo el día, del alba a la sobretarde, sin cejar por la noche, pero sobran las palabras, que ésos que ahora van leyendo la sobrecédula y juntando el sobrecejo no son tales, que esa sobrefaz no es más que un sobretodo. Porque ésos que ahora gritan sobreagudos fueron, y siguen siendo, sobranceros a sueldo de sobrecargos del poder, y la sobrecerrada censura de hoy no es más que disimulo de los favores de ayer, y el sobrevestido que gastan es prenda para sobreseer responsabilidades, que donde dije digo digo Diego, se sobreentiende.

Mientras todo esto sucede, la gente del común se enfrenta a las penurias sobremano y sin auxilio mientras otros sobrellenan sus depósitos bancarios con sobrada soberbia. Sobrio por necesidad, que no por gusto, el pueblo siente el desabrido resentimiento del sobreviento de una desgracia más, pues no eran pocos los males que ahora nos vienen con éstas. Hay que joderse.

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