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La ouija (mejor, la güija)


El tablero del oráculo místico de la empresa del Monopoly.

Se escribe ouija en inglés, se pronuncia güija y se escribe güija en español y tendría que llamarse pizarra parlante, si traducimos libremente talking board. A veces se llama tablero ouija, que viene de ouija board. En suma, admite varios nombres, pero si uno dice ouija ya sabemos todos de qué está hablando.

¿De dónde viene el nombre de ouija? Veamos qué dice la leyenda. Se llama ouija en honor al dios egipcio de la suerte, Ouija, que se manifestó en una de las primeras pruebas del instrumento. Hola, soy Ouija, ¿qué tal? Lástima que no exista ni haya existido nunca tal dios Ouija en Egipto, pero ¿qué más da? Gustó ouija y ouija se quedó.

Las hermanas Fox, ya creciditas.

Intentaré abreviar la historia de la ouija. En 1848, en Hydesville, Nueva York, dos hermanitas, Kate y Margaret Fox, dijeron que hablaban con el espíritu de un hombre muerto. Ni muerto ni hablar ni nada, pero la travesura desató la histeria y nació el espiritismo (que algunos escriben Espiritismo o Espiritualismo, con mayúscula). Se puso de moda. La fiebre espiritista corrió como la pólvora. Todos querían hablar con los espíritus.

Reunión espiritista.

El problema era cómo comunicarse con ellos. Se intentó con las plantillas de escritura automática, un artilugio en el que uno metía la mano y movía un lápiz. Nada, un desastre. Luego siguieron los diales psíquicos, los psicógrafos...

Hasta que un tal Kennard comenzó a vender un plancha de cartón impresa con las letras del abecedario, un , un No, y poco más. Charles Kennard propuso un puntero sobre el que las personas presentes posarían sus dedos. El puntero señalaría las letras del mensaje del más allá, deletreando las palabras una a una, o acaso respondería que sí o que no, moviéndose por el tablero empujado por los jugadores (perdón, por un espíritu).

Kennard era un lince. Mandó publicar en los periódicos el relato de la señorita Peters, cuñada de su socio, el señor Bond, que presenció las pruebas del prototipo. Señalé que todavía no le habíamos puesto un nombre, y así como el tablero nos había ayudado antes, nos ayudó ahora cuando le pedimos que nos propusiera un nombre para sí. Deletreó O-U-I-J-A, dijo la señorita Peters. Como dicen los franceses, C'est voilà!

Kennard y Bond comercializaron la ouija en 1890. The Ouija -- The Wonder of the Nineteenth Century, decían. El 10 de febrero de 1891, a la vista de tantos imitadores o competidores, Kennard patentó el tablero y el mecanismo de contacto con el más allá. Como juego de mesa, que conste. Tuvo un pleito con un tal Bowie, que había patentado el tablero Volo, casi idéntico. Mal asunto. Años después, todavía discutían quién había inventado de verdad la ouija. La idea original parece ser que no había sido ni de Kennard ni de Bowie, sino de Bond, pero quién sabe, quién sabe.

Jugando con la güija (el muy sinvergüenza).

El negocio de Kennard se torció y se lo quedó un empleado espabilado, William Fuld, que cambió el nombre de la empresa. La Kennard Novelty Company se llamaría ahora Ouija Novelty Company. Fuld también era un gran publicista. Dijo que ouija se escribía en realidad oui-ja; es decir, en francés (oui) y en alemán (ja). El tablero sí-sí. Lo europeo vendía muy bien en los EE.UU., pues pasaba por serio y decente, y la oui-ja de la Ouija Novelty Company se vendía como rosquillas.

Después de la Segunda Guerra Mundial, los descendientes del señor Fuld vendieron la patente de la ouija a Parker Brothers, que también tiene la patente del Monopoly. Desde que Parker Bros. vende la ouija, se han vendido millones en todo el mundo. Se han forrado. De promedio, quien compra la ouija juega tres veces antes de apartarla de sí (normalmente, cuando comprueba que ya no funciona). Eso da millones y millones de partidas de ouija... y ni un solo caso que demuestre que un espíritu se haya puesto realmente en contacto con los jugadores, de manera indiscutible.

Manifiéstate, oh, gran espíritu del MS-DOS.

Es posible hacerse una ouija uno mismo. Es fácil. Luego, en vez de un puntero se emplea un vaso. A esto le llaman (lo digo en serio) vasografía. Pero no hay ningún espíritu detrás del vaso o del puntero. Si los participantes se vendan los ojos, las respuestas de los espíritus serán ininteligibles, el simple fruto del azar de mover un vaso encima de un tablero lleno de letras. Si preguntan a un espíritu arameo, responderá en español. Ningún espíritu acertará el premio de la lotería. Etc. No hace falta insistir en este aspecto.

Instrumento vasográfico, medio lleno (o medio vacío) de ectoplasma.

Que se mueva el vaso o el puntero sin que nadie, aparentemente, lo mueva sólo se explica porque alguien en verdad lo mueve, y que aparente lo que quiera. Puede ser que alguien lo mueva queriendo, qué risa, o sin querer, mediante un movimiento ideomotor.

Un movimiento ideomotor es aquel movimiento involuntario, también imperceptible para quien se mueve, que se inicia como efecto de la sugestión y de manera inconsciente. Los movimientos ideomotores se relacionan muy directamente con los movimientos reflejos que hacen posible un detector de mentiras y se conocen bastante bien. Fueron descritos por William B. Carpenter por vez primera en 1852, cuando desenmascaró el cuento de los zahoríes, pero ésa es otra historia.

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