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A traición y con alevosía


Mientras estaba fuera, de viaje, en sus cosas...

A traición y con alevosía, in absentia, en una reunión ordinaria del secretariado de Convergència (CDC), se decidió que el señor Mas sería el próximo candidato de CiU a las elecciones de la Generalidad de Cataluña.

¡Vaya! ¡Qué sorpresa! Pero esto ¿qué supone? ¿Que CiU ya está pensando en avanzar elecciones? ¿Tan mal está la cosa?

Luego, ay, ¿tan mal están en CiU que no tienen a nadie más que Mas? ¿Sabía el señor Mas qué iban a decidir los jefazos de su partido? ¿Le pillaron por sorpresa? ¿Por qué Duran i Lleida se apresuró a apoyar la moción? ¿Dónde está la trampa?

El señor Mas se comprometió públicamente a (perdonen el lenguaje) encabezar el proceso de transición nacional sólo hasta la culminación del proceso. Hasta ahora, tan críptico y esotérico mensaje se interpretaba así: el señor Mas dejaría de ser presidente una vez se celebrara una consulta.

Una consulta ¿sobre qué? Sobre qué, exactamente. ¡Qué más da! Luego, ¿qué tipo de consulta? Tiene miga que todavía se desconozca eso que llaman el libro de ruta. Quizá no exista y navegamos en un mar de vaguedades.

Ahora, a decir del señor Rull, un correveidile de don Oriol Pujol, el señor Mas tendría que estar al frente del proceso de transición nacional no sólo hasta que se celebre la consulta, sino hasta que se materializase el resultado de ésta. En sus propias palabras, hasta la consecución de un Estado propio. Como nunca nadie dice independencia, palabra tabú en CiU, uno se pregunta entonces si será un Estado federal, un Estado confederado, un estado de cosas, un estado sólido, líquido o gaseoso o una señora en estado de buena esperanza.

¡Otro gallo cantaría si la gente llamara a las cosas por su nombre...! Pero como los juegos de palabras han llegado a ser tan retorcidos, la confusión está servida y el dondedigodieguismo es el pan de cada día. Yo no dije lo que dije, sino que quise decir lo que digo ahora, que no es lo que digo, sino lo que digo que dije cuando dije lo que dije, que no es, como ya he dicho, lo que dije entonces, sino lo que ahora digo. Matices, dirá alguno, finísimos y sutiles matices del lenguaje. Mentiras, quizá. Llámenlo como quieran.

El señor Mas en Bruselas, preguntándose qué dijo exactamente cuando dijo lo que dijo.

Así que el señor Mas, aupado in absentia como candidato de CiU a las próximas elecciones al Parlamento de Cataluña, tiene que andar justificando que no dijo tal cosa, aunque la dijo, sino que quiso decir tal otra, que no dijo, etcétera. ¿Se vuelve a presentar? ¿No dijo que no volvería a presentarse? ¡Ay, qué lío!

¿Dónde está la trampa?, insisto.

Quizá los viejos linces de CiU ven venir la debacle, el hundimiento y la catástrofe y han escogido una cabeza de turco a quien echar las culpas cuando lleguen las próximas elecciones (cada vez más próximas) y se den un batacazo electoral de padre y señor mío. Así podrán practicar el yonohesidismo (¡Yo no he sido! ¡Ha sido Mas!) y librarse del estigma de arruinar a los catalanes, dejar a CiU sin diputados, a los convergentes, sin despachos ni comisiones y hacer del Tripartito algo bonísimo en comparación.

O quizá CiU esté tan, tan, tan mal que sólo les queda la opción Mas, y eso es estar muy mal.

O quizá el señor Mas ha movido los hilos desde la sombra, con su preclara astucia y esa sin par inteligencia política de la que hace gala. No, no, eso no, porque nunca hay que suponer inteligencia si la estupidez puede explicarlo.

Opinen, pues, a discreción.

El martes el señor Mas habló de horticultura en un escenario cursi.
No dijo nada nuevo.

 

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