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Por siete mil euros ya les digo yo dónde ponerse la bandera


Dieron con todo esto excavando los cimientos.

Hace unos años, corría por ahí un proyecto multimillonario que pretendía convertir el Mercat del Born, un antiguo mercado central y un bellísimo edificio de estructura metálica, en una biblioteca y diversos equipamientos públicos. Comenzó la excavación de los cimientos y ¡caramba! Dieron con los restos de un barrio barcelonés derruido a principios del siglo XVIII. Se explica el derribo por la construcción de la Ciudadela (lo que ahora es el parque de la Ciutadella), un fuerte con guarnición y artillería destinado a proteger o someter (según se mire) a la ciudad de Barcelona.

Así habría sido el barrio de la Rivera, de Barcelona, derruido a principios del siglo XVIII.

Era costumbre en esa época que se despejara el campo de tiro de la artillería, derribando cualquier edificio al alcance del cañón, porque podía servir de refugio al enemigo. Dos mil barceloneses fueron expulsados de sus casas, que se derribaron para despejar el campo de tiro de las piezas de artillería de la Ciudadela. No hubo protestas, porque Barcelona había sido rendida después de una cruenta y desesperada batalla el 11 de septiembre de 1714.

El ejército de Felipe V abriendo varias brechas en las murallas de Barcelona. Como era costumbre en la época, la ciudad se rindió entonces para evitar el saqueo y la matanza.

Felipe V consideró que la Ciudadela era el premio que merecía Barcelona por la traición de las Cortes Catalanas. Él, Felipe de Anjou, se había presentado como rey en Barcelona, años antes, y había jurado las leyes de las Cortes Catalanas. No es poco: era el primer rey de España que hacía tal cosa en cien años. Después del detalle y los aplausos, las mismas cortes que le habían jurado fidelidad entonces se sumaron a la causa de su enemigo, el archiduque Carlos, un Haubsburgo, y allá te metas la fidelidad por donde te quepa. De ahí la guerra en Cataluña, que fue larga, sangrienta y como todas las guerras, fea de cojones. Se entiende el resquemor de Felipe por la traición y los dolores de cabeza que le produjo, se comprende el rencor que dejó la derrota en el cuerpo de los catalanes.

La Ciudadela (Ciutadella). Se conservan los edificios que hacían las veces de cuarteles de la guarnición y uno de ellos es el Parlamento de Cataluña.

Lo dicho es una simplificación, muy burda, pero conviene añadir que los barceloneses nunca vieron con buenos ojos el fuerte de la Ciudadela. Cualquiera con seso entre las dos orejas puede imaginarse por qué. Primero, recordó la guerra y la derrota frente al francés. Luego, con el invento del liberalismo, fue el símbolo de la tiranía del gobierno, como la Bastilla en París. Barcelona celebró el derribo de las murallas del fuerte, en la segunda mitad del siglo XIX, cuando ya se hablaba abiertamente de hacer de España una nación (tésis de Aribau, que miraba hacia Francia, tantos años más adelantada que nosotros). El edificio principal de la guarnición de la Ciudadela, donde residía el Capitán General, es hoy la sede del Parlamento de Cataluña.

Como decíamos, en la remodelación del Mercat del Born dieron con los restos de parte del barrio de la Rivera, derribado para despejar el campo de tiro de los cañones de la Ciudadela. Los arqueólogos pusieron al descubierto detalles de la vida cotidiana de la Barcelona del siglo XVII y XVIII y algunos proyectiles de artillería de sitio, recuerdos de la batalla. Como el 11 de septiembre de 1714 es fecha señalada en el ideario del nacionalismo catalán, que es la ideología predominante en el ordeno y mando del país, la casualidad del descubrimiento echó por tierra el proyecto de biblioteca y dio paso a un proyecto museístico nacional destinado a celebrar la mítica derrota patria y ensalzar la teoría hegeliana del destino en lo universal. El multimillonario proyecto de equipamientos culturales se ha convertido en un multimillonario proyecto de parque temático sobre el heroico sitio de Barcelona, llamado Centro de Interpretación Histórica (sic), que padecerá el llamado síndrome del Vietnam, porque ya se sabe que cada uno interpreta la historia como le sale de los calzoncillos.

El síndrome de Vietnam. Viendo Rambo, uno se da cuenta que en verdad la guerra del Vietnam la ganaron los americanos. Algo parecido ocurre con la Guerra de Sucesión.

Paréntesis: El síndrome del Vietnam se llama así porque los EE.UU. perdieron la guerra del Vietnam, pero desde Rambo parece que los americanos la ganaron ellos de calle y sin discusión posible. Fin del paréntesis.

En medio de esta locura celebracionista de los trescientos años que nos separan de la rendición de Barcelona pasa desapercibido un gasto de 6.987 euros. Es la cantidad que ha pagado el Ayuntamiento de Barcelona para (cito) analizar la viabilidad de levantar una senyera (la bandera de la Corona de Aragón, que es la oficial de Catalunya) de 17,14 metros cuadrados a 17,14 metros de altura frente al edificio del Mercat del Born, en algún lugar de la plaza Comercial o la calle Comerç (Comercio).

La idea de alzar una banderita no es nueva. En la fotografía, se aprecia que se nos adelantaron los valencianos a las órdenes del ínclito Calatrava.

No es broma. Es un asunto muy serio. Los estudios de ingeniería previos al alzamiento de la bandera los ha cobrado una empresa que se llama Bomainpasa (http://www.bomainpasa.es/). Esos 6.987 euros se sumarán a los gastos que supondrá remodelar ese tramo de la calle Comerç y la plaza Comercial, que hoy se estiman en 1,8 millones de euros, euro más o menos.

Pregunta para nota: Si decir que se puede alzar una bandera con un asta de 17,14 m cuesta siete mil euros, ¿cuánto costará calcular el ancho y largo de la bandera para que mida 17,14 metros cuadrados?

Si preguntar si puede levantarse una bandera cuesta siete mil euros y arreglar la calle donde se levantará, un millón ochocientos mil, ¿cuánto nos va a costar el Centro de Interpretación Histórica? Agárrense, que la última estimación ya habla de 84 millones de euros, obras del entorno urbano aparte.

Maqueta a escala de la bandera del Centro de Interpretación História. Coste reservado.

En los tiempos que corren, con la Generalidad de Cataluña en bancarrota y los gastos sociales por los suelos, este derroche duele en lo más íntimo. Ahora bien, ya puestos a gastar, yo les hubiera dicho por dónde meterse la bandera a mitad de precio, que conste. Con asta y todo.


6 comentarios:

  1. Dejando aparte el tema de 1714 y el del mastil y su coste, Luis ha dejado pasar por alto un detalle. Los restos del barrio de la Ribera que aparecieron bajo el Born no fueron los primeros. En 1991 se excavó la plaza Comercial que es el espacio que media entre el Born y el Passeig del Born. Allí, al aire libre y con el solo esfuerzo de una pala, apareció tanta o más historia que la que se encontró pocos años después al excavar el Born. Aprisa y corriendo se estudiaron los restos, supongo que se fotografiaron y se cartografiaron, supongo también que se recogieron los restos humanos que había...Y de un día para otro pasó por allí una excavadora y nodejó nada en aquellos 600 metros cuadrados. ¿Por qué ocurrió esa salvajada de la que nadie se ha responsabilizado? No se. Lo único que se me ocurre es que en el Born debía instalarse la Biblioteca Provincial, y eso puede esperar; y en la plaza Comercial debía construirse un aparcamiento subterráneo, y eso es vital. Así le va al país. Si el dichoso mastil lo plantan en la plaza Comercial supongo que será para señalar el lugar exacto donde se cometió un atropello histórico y cultural. Gracias por dejarme este espacio

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    1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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    2. Cuando se halló el mismo estrato del siglo XVIII del Mercat del Born delante del mismo mercado en las obras para hacer un pàrquing en 1991, entonces se consideró lo de siempre: "no se puede conservar todo". La lista de yacimientos destruidos bajo ese pretexto es tan larga como triste. Mandaba el partido socialista en ese momento en Barcelona, como lo hacía cuando se hallaron los restos del mercado esta vez bajo el alcalde Joan Clos (posteriormente ministro de exteriores español), quien se opuso a la conservación de los restos "para evitar que se convirtieran en centro de peregrinaje nacionalista".
      Sobre la biblioteca provincial: en teoría, en cada capital de provincia española debería haber una biblioteca provincial. En Barcelona nunca se hizo dicha biblioteca. Cuando se habló de hacerla en el Born, Barcelona compartía el honor de no tener dicha biblioteca solo con otras tres provincias españolas. Para ubicarla se propuso el mercado, pero para su realización debían ser destruido el estrato arqueológico debido a la necesidad de instalaciones subterráneas. Otros emplazamientos descartados fueron la sede del Banco de España, en Pl. Cataluña; parte de las instalaciones de la Estación de Francia o el edificio "Can Jorba", actual Corte Inglés de Portal del Ángel, todos ellos con mayor superficie edificada y en dos casos mejor ubicación y accesibilidad y menores problemas de tinte arqueológico, a parte de los inferiores costes que supone adecuar un edificio desaprovechado y obsoleto como el Banco de España en pl. Cataluña en comparación con el viejo mercado. Y es que el Banco de España, a día de hoy, ya no es una entidad soberana sino una sucursal del Banco Central Europeo, motivo por el cual cuenta con menores atribuciones y tiene por lo tanto menores necesidades.

      Sobre el texto del artículo: no es cierto que la gente, obligada a derrumbar sus propias casas en el barrio comercial del Born, asumiera ese gesto sin rechistar. Pero no había más remedio. Aun así, cuando llegó el turno de tirar al suelo la Iglesia de Santa Maria del Mar la gente de la ciudad, aun tras la derrota y bajo mando y amenaza militar, se alzó y, para evitar males mayores, se detuvo la demolición ( ref: SANCHEZ, Alicia; POMES, María. Historia de Barcelona; Barcelona, ed. Optima, 2001). Cualquiera que aprecie la existencia de dicha iglesia debería apreciar también el gesto de los barceloneses de salvarla en ese momento y circunstancias.

      Sobre el coste de la bandera sí, parece excesivo, pero cuando critica el coste ¿habla a nivel de estudio técnico exclusivamente o se refiere también a su finalidad y significado? Porque se puede argumentar que un estudio técnico parece inflado, y admito que lo parece. Pero para argumentar en cuestiones simbólicas creo que aducir un problema presupuestario es hipócrita.

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    3. La cuestión simbólica carece de importancia, a no ser que se utilice para excusar gastos fuera de tono, como en este caso. La patria es un accidente administrativo o un sentir de cada uno; convertirla en religión es un pecado y si esa religión sirve para el lucro de unos pocos, el pecado es mortal y en ningún caso bonito.

      Es cierto, la basílica de Santa María del Mar se salvó del derribo gracias al celo de los barceloneses. Los mismos que un siglo después y a lo largo de cien años la quemarían o intentarían quemar varias veces. ¡Suerte tenemos de que siga en pie!

      En cuanto a la ubicación de la biblioteca, sí, sumamos desgracia más desgracia. La ubicación en la zona de plaza Catalunya y alrededores, sometida a una brutal paliza de especulación urbanística, pronto se vió imposible. Aún así, la actual instalación nos ha costado más de 82 millones de euros (!) y cuesta mantenerla unos 3 millones de euros al año. Que sigamos sin esa biblioteca dice mucho de lo poco que preocupa la cultura a nuestras autoridades, que andan en sus cosas.

      En cuanto al valor del yacimiento, es cuestionable. Es decir, que unos piensan que esos restos valen el coste de preservarlos y otros, que no, que no son excepcionales en ningún sentido. Lo peor del caso es que un debate técnico de estas características está contaminado de fervor patriótico de uno y otro bando y la zona gris en la que se encuentran esos restos, que no son ni una maravilla ni una porquería, se ha convertido en un campo de batalla de iletrados, que se lían la bandera al hombro y argumentan cosas que un arqueólogo serio no diría jamás.

      Finalmente, como ciudadano tengo derecho a cuestionar dos cosas. Una, el sobrecoste tan espectacular de algo que no se sabe muy bien para qué sirve, exactamente. La otra, que se emplee un resto arqueológico como artillería ideológica, tergiversando la historia una, otra y otra vez. Parecen las ruinas de Persépolis que levantó el Sha de Persia más que los restos de la Barcelona del siglo XVII.

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  2. Agradezco el comentario, porque no sabía nada de eso, y una vez agradecido, me indigno, que hay para eso y más. Gracias y perdone el berrinche.

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  3. Muy bueno tu artículo sobre la ciudadela de bcn. Gracias.
    Leonardo de Armas.
    pipio family, en youtube.

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