Páginas

Símbolo ¿de qué?


¿Es don Jordi Pujol un símbolo de Cataluña?

Don Artur Mas dice que existe una conspiración de los servicios secretos españoles para mancillar el honor de don Jordi Pujol, porque el personaje es, atención, símbolo de Cataluña. Personalmente creo que no es necesario echarle mierda encima al personaje, porque ya la lleva puesta y la mierda flota, es cuestión de tiempo. Pero hay que analizar el tema seriamente, porque es preocupante. ¿Es don Jordi Pujol un símbolo de Cataluña?

La imagen de don Jordi Pujol ¿pertenece al lenguaje simbólico?

¿Qué es un símbolo? Según la RAE, la Representación sensorialmente perceptible de una realidad, en virtud de rasgos que se asocian con ésta por una convención socialmente aceptada. ¿Es Jordi Pujol un símbolo?

En primer lugar, ¿es Jordi Pujol una representación sensorialmente perceptible? En otras palabras, ¿es una figura, imagen o idea que sustituye a la realidad, que podemos percibir con nuestros sentidos?

Jordi Pujol es sensorialmente perceptible, eso no se lo podemos negar, pero es una realidad en sí mismo mismamente, no una representación de sí mismo, que por fuerza tiene que hacerla otro. Ahora bien, si no es Jordi Pujol en persona personalmente el que es símbolo, sino la imagen de Jordi Pujol, que otro dice que le representa, entonces sí que ésta es una representación que puede ser sensorialmente perceptible y esa imagen de Jordi Pujol, ésa en concreto, que alguien ha creado, podrá ser símbolo de algo, pero no Jordi Pujol mismo, que no es símbolo de nada, sino que se limita a ser él mismo.

Cataluña en 1634. Como puede verse, el trazado de los límites del territorio es arbitrario y discrecional y varía a lo largo del tiempo. Lo mismo ocurre con los rasgos que definen su cultura o su economía.

En segundo lugar, ¿es Cataluña una realidad? Que pueda ser simbolizada, además. Cataluña como zona geográfica delimitada por unas fronteras administrativas discrecionales es una realidad difícil de negar. Es todo el territorio que está a este lado de esta línea imaginaria y lo que contiene. Es una descripción matemática, pulcra y objetiva.

Pero, cuidado. En términos políticos y dialécticos se confunde Cataluña con los catalanes. Don Artur Mas, hombre de pocas luces, es muy aficionado a ello. Se dice, por ejemplo, que Cataluña paga tantos impuestos. No, mentira. Son los catalanes los que pagan impuestos. Se dice que Cataluña piensa tal cosa. No, no, qué va. Cataluña no piensa. Son los catalanes, no todos los catalanes, sólo algunos catalanes, los que piensan tal cosa. Etcétera. Pero ¿quiénes son los catalanes?

La cuestión de la catalanidad, en el centro del debate.

Cuestión tremenda. Desde un punto de vista legal, es catalán el español afincado en Cataluña. Eso se demuestra con el DNI. Es una definición bastante exacta y objetiva, pero resulta que hay más gente que vive en Cataluña que catalanes, si fuera ésta la definición válida, y hay quien va más allá y prefiere otra definición. Podrían ser considerados catalanes todos los habitantes de Cataluña, que es otra definición razonablemente exacta y objetiva, pero ahí comienza el debate, porque algunos rechazan la catalanidad de todos los habitantes de Cataluña y discriminan entre ellos los que son catalanes y los que no.

Pareja de catalanes discutiendo sobre semiótica y simbología.

Comienzan diciendo que es catalán quien vive y trabaja en Cataluña y luego van añadiendo detalles hasta sostener que sólo es catalán el que vive y trabaja en Cataluña, ha nacido en Cataluña de padres catalanes y cuenta con abuelos catalanes, cuanto menos, y se siente catalán. Eso, lo último es lo más importante. Pero ¿qué es sentirse catalán? ¿Con qué intensidad de sentimiento? ¿Con resignación, con pasión? ¿Convencido de ello o navegando en un mar de dudas? Poco a poco, nos deslizamos hacia una definición ideológica, religiosa, racial, nacional y discrecional: es catalán quien se identifica con Cataluña, según mi parecer, que es subjetivo, no según criterios objetivos y mesurables. Será catalán quien yo diga que lo es, y lo diré cuando vea que toma como propia una ideología que se crea partiendo de premisas que pertenecen a la opinión y la creencia, no a la realidad misma en sí misma mismamente.

Mezclamos churras con merinas y sostenemos que Cataluña es, por ejemplo, un carácter, una forma de ser y de pensar, incluso una lengua o unas costumbres, lo que es rotundamente falso, porque diversos catalanes tendrán diversas ideas de Cataluña y harán cosas diferentes, que saldrán de su experiencia vital, su inteligencia, sus costumbres y sus creencias. Incluso una misma persona cambia su perspectiva ideológica no a la largo de toda su vida, sino incluso a lo largo del día. Por lo mismo, uno puede ser catalán o no serlo según quien juzgue su catalanidad y basándose en criterios discrecionales y azarosos, lo que resulta abominable en sí y por las consecuencias que se derivan de ello. Abominable.

Por lo tanto, discernir si la imagen que alguien ha hecho de don Jordi Pujol partiendo de premisas inciertas tiene rasgos que se asocian con la imagen de Cataluña que alguien ha creado con premisas semejantes, que es en verdad la idea de catalanidad socialmente aceptada como real, realidad que también es fruto de una ideología y no algo palpable, es algo así como preguntar qué es el ser, algo hegeliano e inútil. Porque esta idea que queremos asociar con la imagen que alguien ha construido artificialmente alrededor de un personaje no es real. Quiero decir que no es una realidad palpable, mesurable y objetiva, sino la idea de cómo son o tendrían que ser los catalanes, que puede ser compartida por nadie, pocos o algunos y no necesariamente por todos, y que ha sido creada y construida por alguien.

El pacto del Majestic ¿es también un símbolo de Cataluña?

Hay que preguntarse, pues, lo siguiente: ¿Todos los catalanes creen que una determinada imagen de don Jordi Pujol, y no otra, personifica lo que todos los catalanes quisieran ser o creen ser ahora mismo, sepan o no sepan lo que quieren ser y no sean realmente como creen ser? Si no todos, ¿una mayoría cree eso? Dicho de otra manera: si usted es catalán, ¿se parece razonablemente a la imagen que le han dado de don Jordi Pujol o quisiera parecerse a ella? Ésa es la pregunta.

Luego ¿qué imagen de don Jordi Pujol emplean como símbolo? ¿Qué rasgos de esa imagen confunden con su idea de la realidad, para que sea posible identificar la imagen construida de alguien por algún otro con la idea de algo que creemos real? ¿Pueden darse diversas imágenes de don Jordi Pujol para personificar diversas realidades sociales? Porque ¿podemos hablar de diversas realidades percibidas? Sí, naturalmente. Kant las llamaba fenómenos, para distinguirlas de la esencia de la realidad, la realidad en sí misma, que es, por definición, inasible.

No es don Jordi Pujol, pero eran muy amigos y tienen mucho en común.
El señor Millet ¿podría ser símbolo de Cataluña?

Se deduce fácilmente, pues, que don Jordi Pujol puede ser símbolo de una derecha católica conservadora y carca, de la corrupción, el latrocinio y el clientelismo, de los señores bajitos, de los políticos que pactan hasta con el diablo con tal de no perder la silla, de los tartajas que pretenden haber superado sus defectos de dicción, de los banqueros metidos a políticos que dejan en la ruina a bancos y países, de los sinvergüenzas, de la burguesía catalana de toda la vida, de los patriotas irredentos e insignes, de los que hicieron mucho dinero en época de Franco, de los que fueron presos por la policía en época de Franco, de la erótica del poder aplicada a señores calvos, gordos y bajitos, de la gente que no tiene gusto en el vestir, del nacionalismo, del catalanismo, del thatcherismo con aires de paternalismo y caciquismo, de la manipulación del mensaje político, de la astucia y falacia en la práxis política, de los efectos nocivos de un régimen a base de seques amb botifarra, de la gente que se despeina o qué sé yo. Prácticamente, de cualquier cosa.

El símbolo de un peaje puede ser también símbolo de Cataluña.
¿Porque la mayoría de las autopistas catalanas son de peaje o porque las obras públicas pagan un peaje del 3%?

Está bien, lo sé, lo sé... Todo esto es un bla bla bla que no lleva a ninguna parte y muchos pondrán en duda mis razonamientos, más por pereza que razonadamente. Así que enfocaremos el problema de otra manera, más pragmática.

Si queremos saber si don Jordi Pujol es un símbolo válido de Cataluña, pongámoslo en un panfleto para atraer turistas. ¿Qué efecto tendría la efigie de don Jordi Pujol en la propaganda de la Dirección General de Turismo?

Un templo expiatorio sirve de símbolo de un pueblo de mayoría agnóstica.

Welcome to Catalonia, diría el panfleto, o algo parecido. ¿Sería comparable la efigie de don Jordi Pujol con la de Copito de Nieve? ¿Podría competir con la Sagrada Familia? La imagen de Messi ¿no sería más interesante para atraer al público?

Esto es lo que los turistas identifican con Cataluña.
No me imagino a don Jordi Pujol vestido de esta guisa.

¿Podría ser don Jordi Pujol una atracción turística? Su despacho, ése que pagamos entre todos, está justo delante de la Pedrera. Podrían decir a los señores turistas: Here, Gaudí, and here, mister Pujol! Y los turistas, felices, chas, chas, chas, venga fotos al despacho de don Jordi Pujol, a esperarlo a que salga a la calle y tal. Es lo que uno espera si el personaje fuera realmente un símbolo de Cataluña, ¿verdad?

La imagen de Copito de Nieve también fue empleada como símbolo.

¿Qué pensarían los turistas que descubrieran la imagen del personaje en el folleto? Un publicista bragado en estas lides ¿nos recomendaría emplear la imagen de don Jordi Pujol como símbolo de Cataluña?

No. Definitivamente, no. Con esto ya está dicho todo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario