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Keke y Niko (Gran Premio de Mónaco 2013)


Hace treinta años. Keke Rosberg ganaba en Mónaco con un Williams Cosworth.

Por primera vez en la historia de la Fórmula 1, un hijo, Niko, ha ganado una carrera que ya había ganado su padre, Keke, y esa carrera es ni más ni menos que la del Gran Premio de Mónaco.

Mónaco es Mónaco, no hay ni que decirlo.

Que Mónaco es Mónaco, no un gran premio del montón. Es el gran premio con más años a cuestas (noventa) y tiene el glamour que no tiene ningún otro circuito. Por eso mismo, seguramente, la pareja padre e hijo son Keke y Niko, porque suena más pijo y divino de la muerte que no Keijo y Nikolas.

Hablamos, naturalmente, de Rosberg padre e hijo.

Dígase bien dicho: Niko Rosberg ha hecho una gran carrera, lo mismo que Mercedes (primera y cuarta posición). Tampoco lo ha hecho mal Red Bull (tercera y cuarta posición). Cuando llegamos a Ferrari, la cosa se tuerce. Con problemas en el coche, Alonso ha llegado séptimo y Massa, paf, se ha pegado un trompazo de padre y señor mío justo en el mismo sitio en que se lo pegó ayer, sábado.

No ha sido el único. El safety car o coche de seguridad ha visitado varias veces la pista y la carrera se ha tenido que interrumpir a salida parada una vez. Los coches despachurrados han sumado media docena y una vez más se pone en evidencia que Mónaco es Mónaco, no un gran premio del montón.

Para celebrar la victoria del hijo, recordamos la canción que dedicaron al padre los músicos de Siniestro Total. Qué tiempos aquéllos.

 


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