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¡No se (lo) pierdan!


Uno de los famosos mapas de carreteras del Touring Club Italiano.
(A la venta en e-Bay.)

Cuentan los expertos y coleccionistas que nunca se ha publicado nada igual a los Atlante Stradale d'Italia, que podrían traducirse por Atlas de Carreteras de Italia. Siguen publicándose hoy en día, pero en los años veinte y treinta del siglo XX tenían fama de ser los mejores mapas de carretera del mundo. La Guía Michelin y los mapas alemanes de la Baedekker no podían competir con estos mapas del Touring Club Italiano. Mucho menos, los ingleses.

Nosotros, que somos tan modernos, no sabemos leer un mapa de carreteras porque tenemos computadoras de bolsillo conectadas a un satélite que nos dicen: Gire a la izquierda... Gire a la derecha... Siga recto... A doscientos metros, cambie de sentido... Etc. ¡Bah! ¡Qué poca gracia!

Viajar con Bentley... ¡y un Routefinder!

Ahora imagínense en un fantástico Bentley de cuatro litros y medio (naturalmente, descapotable) yendo de acá para allá en la enrevesada red de carreteras inglesas de los años veinte. En el próximo cruce ¿giro hacia la derecha o hacia la izquierda? El mapa de carreteras nos lo dirá. Pero desplegarlo en plena marcha, con el viento azotándole a uno la cara, es incómodo y peligroso. Además, leer correctamente un mapa de carreteras no es fácil. Todas éstas son razones más que suficientes para justificar el invento del fabuloso, fantástico y fenomenal Plus Fours Routefinder.

C'est voilà! El Plus Fours Routefinder, para servirles.

El Routefinder comenzó a venderse hacia 1927. Tenía el aspecto de un reloj de pulsera de piloto (aviador o de automóvil). Es decir, tenía que sujetarse por encima de la manga de la cazadora o chaquetón (de ahí una correa tan larga y gruesa) y poder ser leído con un rápido vistazo.

El trayecto es un rollo, nunca mejor dicho.

El Routefinder viene con una cajita con varios rollos (rollitos, más bien). Cada uno de ellos es una ruta de aquí para allá. Sea el viaje de Londres a Edimburgo, pongamos por caso. Usted necesita gráficos e instrucciones que no dejen lugar a confusión. Carga el rollito que dice London-Edinburgh. Se abrocha el Plus Fours Routefinder sobre la manga y sigue las instrucciones.

Otras variantes del Routefinder. Ésta, más moderna, se sujeta en el volante.
¡Todavía funciona!

El Routefinder tenía sus problemas. Uno, que se tenía que avanzar el rollito a mano, enrollándolo a medida que uno iba haciendo la ruta. Era útil, sin duda, pero molestaba al conductor y lo distraía. Se pensó en sujetar el Routefinder al volante del automóvil, pero seguía dando la murga tener que enrollarlo a mano. Además, el total de rutas era limitado y el número de clientes, (todavía) pequeño. Pronto dejó de fabricarse tan ingenioso sistema de guía.

La revolución de las guías de carretera, Iter-Auto.

Los italianos, sin embargo, fueron un poco más allá. Tenían una ventaja sobre los ingleses que habían inventado el Routefinder: un mejor mapa de carreteras. Otra ventaja fue que el sistema italiano era tecnológicamente muy avanzado. Lo llamaron Iter-Auto (algunos escriben Iter-Avto) y se basa en el mismo principio del mapa enrollable que muestra una determinada ruta y las instrucciones pertinentes.

El Iter-Auto instalado en un automóvil. El no da más.

El automovilista introducía el rollo en el Iter-Auto y ajustaba los mandos. El Iter-Auto se situaba en el salpicadero, en un lugar visible para el piloto y el copiloto. Oh, maravilla: estaba conectado al cuentakilómetros del automóvil y el mapa con la ruta avanzaba a la misma velocidad que el automóvil gracias a un ingenioso sistema de relojería. ¡Se acabó enrollar el mapa a mano! Podía ajustarse y desconectarse si uno se desviaba de la ruta, por ejemplo, pero si uno seguía las instrucciones era completamente preciso y automático. El piloto no se distraía enrollando o desenrollando la ruta y el viaje era mucho más cómodo.


En e-Bay pueden encontrarse panfletos publicitarios o instrucciones del Iter-Auto.

Comenzó a venderse en 1932. Para sorpresa de propios y extraños, el Auto-Iter todavía se vendía y se instalaba en algunos automóviles italianos en los años cincuenta.

¡Sigue funcionando! El mismo sistema en una moderna motocicleta de competición.

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