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Contribución a la historia automovilística suburense

Los artesanos que restauraron el llamado Sitges monumental a principios del siglo XX tenían sentido del humor. Entre la parroquia de San Bartolomé y Santa Tecla, pasando por la casa del rector, el palacio Maricel, el Cau Ferrat, etc., hasta llegar a la Torreta, pueden verse cosas insólitas. En los capiteles de algunas columnas, las fábulas de Esopo, pero con detalles inesperados, como los de una cabra que lee un libro y emplea gafas para seguir el texto. También, caricaturas de la vida cotidiana, donde aparece un ricachón (gordo, con sombrero de copa y puro) presumiendo de industria.


Esos artesanos no sólo jugaban con la piedra, sino también con elementos más populares. Fíjense en la fotografía. Estas baldosas forman parte de una tradición mediterránea, la de pintar sobre cerámica escenas cotidianas. Esta vez, lo cotidiano es también extraordinario. Un automóvil avanza a toda velocidad. Al volante, el chófer. Detrás, con sombrero de copa, puro y kilos de más, el patrón, el ricachón, satisfecho de sí mismo.

Un Austro-Daimler de 1921.

Cabe preguntarse si el pintor de baldosas pintó un automóvil genérico o uno que había visto, y hasta qué punto el detalle del automóvil es exacto. La vestimenta del chófer y del acaudalado pasajero son detalladas: gafas protectoras, gorras, bufandas, abrigos... La ropa al uso.

Un Darracq 16HP de 1914.

El automóvil que aparece en la ilustración está carrozado como torpedo (en inglés, tourer, o carrocería de viaje). Hereda el nombre del latín (veloz) y la primera carrocería torpedo se atribuye al carrocero francés Lamplugh. Se trata de un automóvil descapotable donde la línea que parte del radiador continúa sin interrupción, paralela al suelo, hasta el final. Es curiosa la posición de los faros. El pintor muestra los llamados faros supletorios, al costado del chófer, pero no pinta los faros al costado del radiador. Los faros supletorios eran comunes en la década de 1920 a 1930, pero esa posición para los faros principales es inusual en esa época, aunque habitual en los veinte primeros años del siglo XX.

Un Crossley-Manchester de 1920.

La forma del radiador, redondeada, la ausencia de parabrisas y la prominencia del morro nos hacen suponer un automóvil potente y deportivo. También, una licencia del pintor.

Es difícil decir que es tal o cual modelo de tal o cual marca, pero estamos en ello, buscando.

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